Esta es la historia de un hombre tranquilo, el hombre más tranquilo del mundo podría decirse incluso, pero con algo oculto dentro de él, algo muy oscuro y tenebroso, tanto, que asustaría al propio miedo, pero que un día, un único día, un día cualquiera supuso su destrucción a todos los niveles, y dándo a conocer aquello que llevaba dentro. Ésta es la historia de ese fatidico día. Su nombre: José López. Su alias: GreyStar. Pero esto tal vez no sea relevante...
Un despertador suena con una potente alarma, es hora de levantarse para ir a trabajar, José se da la vuelta y va a apagarlo, se pone sus gruesas gafas, un poco desgastadas y ajadas por el paso de los años, y va a ver la hora, son las 09.34, no sabe porqué pero el reloj ha sonado a esa hora, anoche, él como siempre lo puso a las 07.30, es una mala noticia para él, llega tarde a trabajar, concretamente 34 minutos, algo que le hace sentirse un poco airado, es un tio tranquilo, pero ese dia, algo se cruzó en su cabeza al sonar el despertador, se calma, respira profundamente, y sale corriendo a vestirse.
De camino por el pasillo al vestidor, tropieza con la alfombra y cae, con tan mala suerte, que su boca da en la mesa del pasillo y se parte el labio y un diente, aquello sangraba profusamente, y un dolor importante recorre su espalda, y algo en su interior comienza a moverse, un pequeño rugido en su estomago se escucha, no es hambre, es algo que desconoce y le desconcierta por un segundo, no le da mas importancia y va al baño a curarse.
Ya en el baño, va hacia el botiquín, agarra del tirador, pero se queda con él en la mano. Consigue abrirlo. Coge el alcohol y lo deja en la repisa del lavabo. Acto seguido, se enjuaga la boca para ver como está el diente, está partido, pero nada que no pueda arreglar yendo al dentista. Ya no sangra el diente ni la encia. Ahora va a curarse el labio. Coge un algodón y echa un poco de alcohol, se lo restriega por la herida, le escuece y suelta un pequeño grito de dolor, comprensible, y soportable.
Una vez acabado esto, se dirige con una encubierta calma de presteza hacia el vestidor, llegar tarde no le gusta, ya llega demasiado tarde, y piensa que lo que le ha pasado, ha sido producto de la prisa y del nerviosismo causado por esta.
Allí llega, abre las puerta, y coge un traje de diario, nada especial, un traje gris, para ir a trabajar, saca también una camisa, azul, su color preferido, y una corbata, amarilla, le gusta la combinación. Se enfunda una pernera del pantalón, luego la otra, se pone la camisa, y comienza a abrochársela, llegado a un punto, se da cuenta de que le apreta, literalmente le queda pequeña y no entiende el porqué, es la misma camisa de hace 3 días, solo la habían lavado una vez y no había podido encoger por arte de magia. De la misma manera saca otra camisa y se la prueba, lo mismo exactamente, pequeña, es el mismo fabricante, misma talla, distinto color, no comprende nada. Así una y otra vez hasta que comprueba que todas le están estrechas. Finalmente decide ponerse la primera, que aunque un poco estrecha, con la chaqueta y la corbata no creia que nadie lo notara. Aquel rugido resonó de nuevo en el vestidor.
Tras haberse vestido se dirigió a la cocina, allí no había ya nadie, supuso que su mujer se había marchado a llevar a los niños al cole. No había desayuno, solo una tostada fría que había sobrado de los crios.
-Menos es nada- Pensó. Así que cogió la tostada fria y se dirigió al frigorifico, abrió y no había nada de mermelada, mantequilla, paté siquiera, cerró y se la comió seca.
-Un café me vendria bien- Murmuró. De este modo se sirvió un taza de café, muy rapidamente se lo llevó a la boca, y aparte de frio, estaba asqueroso, ese café era veneno puro, lo escupió en la pila de la cocina y allí al lado se dió cuenta de que había una nota en la encimera. Una nota de su mujer que decia: Tenemos que hablar, es importante, cuando vuelvas de trabajar te espero. Raro le pareció pero no le dio mayor importancia, como algo normal lo vió incluso.
Salió al recibidor y tomó las llaves de su coche, su viejo coche, pero que al menos le llevaba a los sitios, estaba algo cascado y fallaba a veces, pero era su coche, su primer coche y quería conservarlo, había aguantado hasta entonces y pensó que lo haría algún tiempo más hasta que con un poco de suerte le ascendieran y pudiera comprarse uno nuevo y mejor.
Traspasó la puerta y la cerró desde fuera, se dirigió al coche y lo abrió, abrió la puerta y se sentó, se puso el cinturón lo primero, ya que era un tipo precavido. Introdujo las llaves y giró el volante. Contacto y...nada. El coche no arrancaba.
-Normal, aún está frio el coche, lo raro habría sido que me arrancara a la primera- Sonrió y seguió intentandolo un par de veces más hasta que por fin a la 7ª vez lo consiguió.
-Muchas veces me han parecido, pero bueno, por lo menos ha arrancado- De nuevo aquél rugido surgió de sus entrañas, y esta vez si que se extrañó algo, ya que hambre no tenía, aún así, no tenía tiempo que perder, ya llegaba demasiado tarde a trabajar, eran las 09.57, le esperaban 25 minutos de trayecto sin tráfico. Toda una odisea.
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