Las tarde transcurría tranquilamente por aquellos lares, la gente paseaba por las calles, era casi verano, un mayo especialmente caluroso, finales, no concretamente que semana, o que día, pero eso no es lo relevante, y ni mucho menos lo importante, de esta historia.
Dos personas caminaban por cualquier calle, un chico y una chica, y mientras esto, conversaban distendidamente. No era un tema en especial, simplemente, hablaban. Sus nombres: Alberto y Patricia.
Ya volvían de estar toda la tarde por ahí de paseo, era tarde y al dia siguiente, Alberto tenía que trabajar.
-Pues el otro dia vi unos zapatos bien bonitos en un escaparate- Dijo Patricia. Como reúna dinero suficiente, me los voy a comprar ya verás. Son increibles, me los voy a poner todos los dias.
-Tú y tu obsesión por los zapatos Patri, jajaja, no tienes remedio, como sigas así, vas a acabar viviendo debajo de un puente, y los zapatos ocupando tu casa entera, de veras- Dijo en tono jocoso Alberto.
-Bah, bah, bah, a ti que no te gustan, son cosas de chicas tu no lo entenderías tonto. -Replico Patri con un tono de burla y gracieta.
Tras doblar la esquina, allí se hallaba, un chaval, no con malas pintas, si no con mala cara, de enfado, como si le pasara algo, y en el momento que Alber y Patri doblaron la esquina, se enfiló hacia ellos. Alber no sabia lo que pasaba, pero Patri, parecía si saber lo que pasaba.
-¿Qué haces aqui Rober?- Dijo Patri en un tono enfadado y temeroso.
-Nada, que quería verte y hablar contigo, pero ya veo que ya tienes un nuevo "amiguito", ¿no?- Dijo Rober en un tono hiriente.
-No tengo nada que hablar contigo ya lo sabes, ya no estamos juntos, hace más de 4 meses que lo dejamos, y tu sigues obsesionado conmigo, no me dejas de llamar, de venir aqui a la puerta casi de mi casa a verme, ya sabes el motivo por lo que acabamos, me hiciste mucho daño, y no solo psicológico, con tus insultos y celos a todas horas, tu control absoluto por lo que hacia cada segundo y con quién estaba, si no que también me hiciste daño físico, te recuerdo que me diste una paliza una vez y fui tan tonta de perdonarte, pero la segunda ya no, no me volviste a engañar ni lo harás- Dijo Patri con lágrimas en los ojos.
-Pero he cambiado, y voy a seguir cambiando a bien, te lo prometo, tienes que creerme, vamos a hablarlo, a solas- Dijo Rober con un tono de falso arrepentimiento.
-Si quieres hablar algo que sea conmigo delante, no me fio de ti, eres demasiado crápula, ¿vale? -Dijo Alber- No pienso dejarla sola si no quiere ella.
-No te preocupes Alber, no pasará nada, tranquilo, vete a casa y después te llamo y te cuento, ¿vale? -Contestó Patri amablemente.
Tras todo esto, Alber se giró y se dirigió a través del parque hacia su casa. Tras menos de 10 segundos andando, escuchó un grito, ya sabía lo que pasaba, no debía haberse ido.
Se giró y allí vio la escena, a Patri agarrada por el cuello, a Rober casi abalanzado sobre ella con el puño en alto, a escasos centimetros de golpearla en la cara. Una escena dantesca totalmente.
Y allí se dispuso Alber a correr hacia ella, no sabe como lo hizo, pero llego hasta donde ella en un segundo, en un pestañeo, de un rapido y ágil movimiento, se posicionó entre los dos, con el codo en el esternón de Rober, le empujó hacia atrás, rompiendoselo automáticamente y tirandole al suelo, mientras que con la otra mano, apartaba dulcemente a Patri, dejándola tras de si con movimiento de serenidad y protección.
-No volverás a hacerla daño, lo prometo, más te vale huir y alejarte de ella, por que como intentes hacerla daño otra vez, siquiera pensarlo, te destruiré, destruiré tu mundo, tu cuerpo, y tu alma, tenlo en cuenta.
Después de esta frase, Alber abrazó a Patri, y llevó a casa.
-Gracias, de veras- Dijo Patri. No se como agradecertelo, por protegerme y estar ahí.
-No hay de que, no te preocupes, yo te protegeré ahora y siempre, que lo sepas, ahora todo está bien, descansa tranquila, no creo que vuelva, y si vuelve, tendrá que encontrarse conmigo antes- Terminó Alber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario