jueves, 12 de septiembre de 2013

Mis videos de LoL de youtube.

Bueno reabro el blog para dejaros mis videos del LoL y para que os paseis por mi canal.

Y si alguien necesita un support/jungle para algún equipo o simplemente quiere jugar que me añada a su lista: aruvaro.



Y mi canal de Youtube para suscribiros: http://www.youtube.com/user/stb511

Saludos!

domingo, 21 de octubre de 2012

La corbata: el yugo del dinero.

Normalmente mis entradas del blog suelen ser historias, pero esta vez he decidido hacer algo diferente, no se como me quedará, es una pequeña reflexión/opinión acerca de algo que aunque no me ha llevado mucho tiempo pensar, pero si que he acabado dándome cuenta viendo el dia a dia de alguien con corbata aunque sea desde fuera.

Comunmente se han asociado las corbatas, junto con el traje, al éxito, a los hombres elegantes, gente que maneja dinero, empresarios, comerciales, y demás gente del mundo de los negocios.

Su  historia u origen se remonta hasta mas o menos 1660 cuando cuando los jinetes del ejército croata usaban pañuelos de colores al cuello, en su forma moderna por decirlo de algún modo. En la antiguedad evidentemente se usaban elementos para vestir de forma parecida, pero no en el mismo modo que se podría apreciar de estos últimos.

A través de lo que he podido ver en mi experiencia laboral y no se si escalandolo a un nivel superior y dimensionandolo a los demás campos se podrá aplicar, pero creo que la valoración de mi punto de vista tiene algo que aportar a esto que intento transmitir.

Cuando ves a alguien trajeado y con corbata entrar por una puerta, la primera sensación sea lo que sea lo que haya por debajo es la de una persona de éxito, triunfadora, con recursos o que tiene algo importante que hacer

Pero la realidad es muy distinta, ya que esta gente es la que mayor estrés suele sufrir en sus puestos de trabajo, debido a reuniones de trabajo, viajes, comidas, presentaciones, pliegos, etc.

Muchos llega un punto en el que la dieta y el estres les hace engordar y a algunos les hace entrar en depresión o directamente se queman y ya no pueden trabajar normalmente, y los peores quedan transtornados de la cabeza y ya no pueden dedicarse a su anterior trabajo y deben conseguir un trabajo de cualquier otra cosa, aunque se de mozo de almacén.

De otro modo, esta gente, se lleva el trabajo a casa, se convierte en su obsesión y su vida, trabajando horas de más y hasta tarde, descuidando a sus familias y a sus amigos y sacrificando su tiempo libre en algo que les tiene alienados completamente.

Y hasta aqui mi pequeña reflexión, que no se si será la mas correcta o si será si quiera una reflexión, pero hay algo que está claro, la corbata de sensación de éxito, confort, y seguridad, pero nada más lejos de la realidad, una persona con corbata puede dar la misma buena imagen que alguien con buenos modales y buena planta sin ella, por lo tanto concluyo que la corbata no es ni mas ni menos que lo que describo en el título, un yugo al servicio del dinero.

domingo, 3 de junio de 2012

Ira++ (III) Final

Empezó a conducir y tomó la misma ruta que aquél dia por la mañana giró a la izquiera, a la derecha, y seguió unos 100 metros adelante, se incorporó a la rotonda, aquella misma en la que casi tuvo en golpe por la mañana, el rigido interior no cesaba, sus sentidos estaban como en efecto túnel.

Tras ceder el paso a un coche, se incorporó y mientras hacia la rotonda perfectamente, por el carril derecho, vió como un coche, a toda velocidad se aproximaba a él, iba a salir por la tercera salida, puso el intermitente pasa salir, y se dió cuenta que ese coche también iba a salir por esa salida, pero que quería adelantarle suciamente.

En un determinado momento, sin saber como, los coches chocaron, un impacto del otro coche por detrás al coche de José, haciendo que no saltara el airbag y dando con su cabeza en el volante, provocandole una brecha, que sangraba profusamente.

Confundido aún por el golpe se bajó del coche, y allí mismo, se topó con un hombre, el hombre del otro coche, que se habia bajado corriendo a por él, que más que un hombre era un gorila, alto, musculado, con tatuajes por todo el cuerpo, pendientes por todos lados, oro en su cuello y en sus manos...

-¿Pero que haces gilipollas? ¿Que no me has visto que iba a salir yo antes por la rotonda?- Dijo el ser, con un tono enfadado.

-Pero yo llevaba la preferencia, iba por fuera y con el intermitente puesto, teóricamente yo iba a salir primero- Dijo José un poco achantado.

-Pero que dices pavo, yo iba antes que tú, no me digas que no comemierdas por que sabes que si. -Dijo el gorila. Y tu que tienes la culpa de esto me lo vas a pagar, por que la carrocería modificada que lleva, cuesta muchos "leuros", que lo sepas.

- Yo no tengo que pagar nada, asi que si hace el favor de sacar los partes amistosos, solucionemos esto lo antes posible, no tengo un buen día- Dijo José

Por aquellos instantes el rugido interior de José no dejaba de crepitar en su interior, pero le dejaba escuchar, razonar y seguir consciente, pero aquello estaba cerca, muy cerca de su límite.

-¿Como? Ya te he dicho que TÚ tienes la culpa tio mierdas, y me lo vas a pagar todo, ¿sabes?- Dijo el tipo en un tono amenazante...

Mientras, el tipo, no dejaba de dar con el dedo a la altura del pecho de José, palabra tras palabra, le daba con el dedo, apuntándolo, como recriminándolo.

-Por que te voy a meter una hostia como no me lo pagues...blablablablablablabla- Decia el tipo.

Pero llegado ese punto José dejó de escuchar. Solo escuchaba el rugido, y a su corazón palpitar, cada vez más rapido y más fuerte.

Cerró los ojos por un instante. Y se vió en otro lugar. Oscuro. No se veía nada, estaba como encerrado en una habitación sin ventanas. No comprendía nada. Una voz que le decia: ¡Libérala!, ¡Deja que fluya!, ¡No lo temas!, ¡Vamos!, ¡Hazlo!...De repente algo apareció frente a sus ojos. Un ser, muy alto, muy fuerte, era como él, exactamente igual.

Sabia que era él perfectamente, así que no le temió y escuchó sus palabras. Cortas, concisas y directas.

-¡Libéralo vamos, tienes que hacerlo, esto no puede quedar así, demasiado has aguantado, si no lo haces, esto te matará, tu puedes vamos, tú eres Greystar!- Dijo aquel él, al que escuchaba.

Tras esto cerró los ojos, y se sentió como liberado, el cuerpo le ardia en llamas, pero aún estaba allí dentro. Hasta que se dió cuenta, de que realmente estaba en su propio cuerpo, había perdido el control, ya que podía verse a si mismo desde dentro, pero no podía hacer nada, solo observar como todo se convertiría en una masacre, que no sabía hasta donde podría llegar. Además su cuerpo había crecido, no de tamaño, si no en fuerza y regeneración, dureza y flexibilidad, velocidad y técnica. Solo pudo observar como se desarrollaba todo.

Mientras tanto, el gorila del coche se disponía a pegarle un puñetazo ya que creia que le estaba vacilando, el puño del tipo impactó contra la nariz de ahora Greystar, partiendo la mano del tipo.

Este se echó para atrás, y vió al mismo tipo de antes, solo que con los ojos completamente blancos, una malévola sonrisa, y una extraña respiración, no asíncrona pero si algo agitada.

El tipo no se asustó y volvió a intentar pegarle, Greystar, agarró su mano como si fuera la de un niño y la apartó de su cara, acto seguido, se acercó a la cara del tipo, y con los dos puños, y en menos de una décima de segundo, apastó la cabeza del ser, sacando los sesos por las orejas, dejando su cabeza achatada por los lados, tras esto, un grito sordo salió de su boca, reventando los ojos del tipo e instantáneamente matándolo.

Aquello era solo el principio.

La gente huyó despavorida, pidiendo ayuda y llamándo a la policía.

Greystar estaba fuera de control, en su ira descontrolada, se dedicó a destrozar el coche del tipo al que acababa de matar. Empezó por arrancar la puerta que había quedado abierta, arrugándola como una bayeta y tirándola al otro lado de la rotonda. Siguió con el capó al que hizo saltar de un puñetazo, seguidamente arrancó una rueda, le dió un mordisco, reventándola y tirándola lejos también.

A los pocos minutos de aquello y con el coche ya destrozado completamente, del que solo quedaba el motor, y las barras antivuelco, llegaron varias patrullas de policía, 3 concretamente. Cada una cargada con 5 policias. Y allí se bajaron.

-Señor, tranquilicese por favor, vamos a ayudarle- Dijo el que parecía el policía con más rango.

Tras esto, Greystar se giró hacia ellos, con la misma mirada que le puso al tipo al que había destrozado antes. Y de nuevo un grito sordo salió de su boca, tirándolos al suelo a todos y destrozando los cristales de todos los coches patrulla.

Los policias se levantaron.

-No temaís al disparar, id a matar, y uno de vosotros avisar, que venga todo lo que pueda, carros blindados, helicópteros, lo que sea, lo vamos a necesitar contra este tipo- Dijo el policía encargado de los demás.

En ese mismo instante todos desefundaron sus armas y dispararon contra Greystar. Nada. Su cuerpo intacto, todas las balas destrozadas en su piel. Cayeron al suelo. No les quedaban más balas.

De un rápido movimiento Greystar saltó al policía mas lejano que intentaba huir ya, le agarró de la cabeza y se la estrelló contra el suelo, de un salto, cayó sobre otro, partiendole la columna, un tercero recibió un puñetazo sónico, destrozándole la cara, y hundiéndole el cráneo.

Zizagueando entre ellos, agarró a cuatro a la vez y de un puñetazo, los atravesó, echó el brazo hacia detrás y se los sacudió cuales muñecos sin vida, iban 7.

Sin tiempo para reaccionar a los otros 8, fue desmembrándolos uno a uno, hasta contar 7, al último, simplemente se le acercó a la cara, le gritó, y con su pié, pisando los del policía, y de una patada alta, le arrancó la cabeza de cuajo.

Segundos después, un grito que dió Greystar, reventó todos los cristales de los alrededores.

De repente y de detrás de un edificio, salieron dos helicópteros de combate, en dirección a él, y de todas las calles colindantes, carros de combate, y hombres armados hasta los dientes a pie, unos 100.

De nuevo Greystar gritó, y con ello tiró al suelo y dejó inconscientes a 80 de los 100. Solo los más fuertes aguantaron la acometida del grito.

Los 20 restantes se reaguparon en una sola unidad.

-Disparad todo contra él- Dijo una voz que parecía provenir de ningún sitio.

Con esto, los helicópteros se posicionaron, al igual que los carros de combate, y dispararon contra Greystar.

Tras 5 minutos de intenso ametrallamientos y un humo intenso del cual, nada hubiera salido vivo, se despejó y dejó ver un panorama macabro. Ni un solo resguño. Solo metralla destrozada a sus pies. Los policias no tenian más munición.

Greystar de nuevo sacó la sonrisa malévola y profirió un nuevo grito.

De un salto, alto, mucho, se agarró al parabrisas de uno de los helicopteros y de un puñetazo lo destrozó, agarrando en el camino al piloto del mismo, y tirándolo al vacio, y lo mismo con el copiloto.

De repente, hizo como que saltaba del helicoptero, pero lo agarró por los patines de aterrizaje, y con una inusitada fuerza, se dió impulso, y lo lanzó hacia donde estaban los 20 hombres restantes, agachados detrás de 4 carros de combate a modo de fortín, destronzándolos, tanto a los carros, como a los hombres allí hacinados. Destruyendo sus cuerpos por la explosión y reduciendolos a cenizas por el fuego causado por el mismo.

Sin llegar a caer el suelo, y con el mismo impulso, se agarró al otro helicóptero. Pero esta vez extendiendo la mano al rotor, destrozándolo con la misma. Y dejándolo caer a tierra. Aún cayó sin explotar.

Greystar cayó tmb al suelo, y de una patada inmensa, y sin dar tiempo a los tripulantes a salir, estrelló el helicoptero contra los restantes carros que quedaban. Haciendolos explotar a todos, haciendo lo mismo que anteriormente, reduciendo a cenizas todo lo que había alrededor.

De aquel último amasijo de hierros fundentes, un cuerpo todavía sobresalió, saliendo a rastras de aquello.

Greystar se acercó a él, y susurró: fin del juego. Y según decia esto, y con un puñetazo sónico, destrozó las cenizas de aquél hombre que aún agonizaba.

Un vez terminado esto, el cuerpo de Greystar volvió a su ser, desprendiendo humo alrededor, volviendo a ser José. Y retomando el control de su cuerpo. Ya no había rugido, volvía a ser él. No había mas ira, y no la habría más, por que debería aprender a controlarla y sacarla a su debido tiempo, o Greystar volvería a surgir de nuevo.

Él mismo había visto lo que había hecho allí, así que decidió correr, para que no le viera nadie más. Lo había hecho, y hecho estaba. Había algo en su interior que tenía que aprender a controlar, algo que podría usar en su beneficio, para el bien, ¿talvez?.

FIN

sábado, 2 de junio de 2012

Ira++ (II)

Tras girar a la izquiera, a la derecha, y seguir unos 100 metros adelante, se incorporó a una rotonda, hasta ahí todo normal, tras entrar en la misma, un coche se le cruzó, pero por un segundo la suerte se alió con el y no le dió de milagro.

-Uffff...- Respiró. Con el mal dia que llevo, no se que hubiera pasado si me hubiera dado. Continuemos.

Salió de la rotonda, y tras llevar la mitad del recorrido hacia su puesto de trabajo, en un momento en el que cambió de carril, notó un extraño ruido de debajo del coche, un pequeño grito seguido de algo que no sabía identificar. Solo notó que el coche se iba hacia la derecha. Así que se decidió a parar y ver qué era lo que pasaba.

Se bajó del coche para inspeccionar aquello que le había hecho detenerse en el camino y perder más tiempo de camino al trabajo. Una vez puesto un pie en el suelo, el rugido volvió a surgir de dentro de sus entrañas. Cada vez ese ruido de dentro de él le mosqueaba un poco más. Pero siguió adelante y terminó de bajarse del coche.

Se dirigió al lado derecho de su coche, y la escena era completamente dantesca.

La rueda derecha completamente reventada, rajada, abierta, y manchada de sangre.

-¿Y esta sangre, de donde sale? No creo, vamos, no puede ser que sea de una persona, lo hubiera visto claramente. -Dijo un poco asustado.

Miró debajo del coche y allí estaba, un gato, completamente destrozado por la rueda, deshecho, cosa que le hizo vomitar de inmediato allí mismo. No se lo podía creer, había matado un gato con el coche y encima había reventado la rueda. Por suerte, tenía la rueda de repuesto en el maletero.

Una vez arreglado prosigió su camino y llegó a donde trabajaba, a la empresa a la que había dedicado todo su potencial durante los últimos 6 años, sacrificando noches en vela y tiempo con su familia, pero allí se hallaba, dispuesto a olvidar todo lo que le había pasado durante la mañana.

Entró por la puerta con aire decidido, con una sonrisa en la boca, diciendo hola a todo el mundo, y todo el mundo le miraba con cara rara, extrañado, ya llegó hasta su mesa, y tan solo unos segundos después de dejarlo todo, y sin casi apenas de sentarse, allí apareció un compañero suyo.

-José, el jefe te está buscando, tiene cara de cabreo, creo que tiene que decirte algo, y no bueno- Dijo su compañero con un tono tanto serio.

Y hacia allá, hacia el despacho de su jefe se dirigió, llamó primeramente a la puerta, segundos más tarde recibió la autorización de su jefe para entrar allí.

-Sientate José, tenemos que hablar, no es largo y tendido pero es duro.- Dijo el jefe con tono claramente serio y de cabreo. Mira hoy has llegado tarde, mucho, dependemos mucho de ti, pero con esto de la crisis estamos yendo a pique, sabemos que no tienes la culpa de nada, pero te la vamos a echar, y vamos a despedirte, no necesitamos más de tus servicios, te despediremos con el mínimo, lo hemos conseguido trampear para pagarte lo menos posible, lo siento pero no tenemos casi dinero, cuando hayas recogido tus cosas, pasa por administración para recoger tu "indemnización", muchas gracias, y buena suerte.

De repente y sin saber como, la camisa le reventó por la espalda, no le encontraba explicación, pero eso ahora no era lo importante.

Aquellas palabras le desconcertaron ciertamente, el tono claramente jocoso, de burla y mofa del jefe al final de sus palabras, lo que hizo que el rugido de dentro, sonara constantemente pero a un tono muy bajito, y no como antes, fuerte por unos segundo. Era el estrés del día supuso, que le estaba afectando al estómago y debía acabar por tranquilizarse a lo largo del día.

Tras despedirse de todos los compañeros, y de recoger su finiquito, cogió de nuevo su coche y se dirigió a casa, con la esperanza de ver a su querida mujer y poder abrazarla, contárselo todo y que se le fuera ese extraño rugido interior.

Al llegar a casa, vió que el coche de su mujer estaba en casa, pero además otro coche estaba aparcado también, supuso que era alguna amiga que venía a visitarla para tomar un café y hablar de sus cositas de mujer, como siempre, nada fuera de lo común.

Metió la llave en la cerradura y abrió la puerta, entró y dejó las cosas en la cocina, y tras esto, recorrió el pasillo hasta su habitación para buscar a su mujer, la cual no encontraba por ningún otro lado de la casa. Al llegar a la puerta se la encontró cerrada, no era algo normal, si ella estaba por la casa haciendo cosas, todo estaba abierto para airearse. Entró normalmente y su corazón dio un vuelco. De nuevo una escena dantesca se encontraba ante él.

Su mujer, a la que tanto amaba e idolatraba, en la cama, con un desconocido, ellos aún si cerciorarse de que él se encontraba allí seguían retozando, mancillando su lecho, en el que había soñado con un mundo mejor, y en el que era el más feliz del mundo.

En un determinado instante, su mujer y su amante se dieron cuenta de que él estaba allí plantado, atónito, con la boca abierta y sin saber que hacer. La primera reacción de los dos fué taparse y separarse, acto seguido vinieron las palabras.

-¿Qué haces aquí?- Pregunto ella sorpresivamente cabreada. ¿No deberías estar trabajando? ¿Qué haces aqui a estas horas?

-Me han hechado del curro- Dijo tristemente. Ya no tengo trabajo, por eso he venido antes, venía a buscarte por que necesitaba un abrazo y cariño, y ahora voy y me encuentro esto, ¿Qué es lo que pasa aqui? ¿Por que me haces esto? ¿Acaso no éramos felices? No comprendo nada...

-Precisamente era eso de lo que quería hablarte esta mañana- Dijo ella con una manera sentenciosa. Me enamoré de este hombre hace mucho y me voy a ir con él, también me llevaré a los niños, que te aclaro desde ya que no son tuyos, son de otros dos hombres diferentes. Así que esta tarde me marcho, te dejo, para siempre.

En aquel preciso instante el rugido ensordeció sus oidos, solo podía escuchar eso. Con el shock todavía encima. No sabía qué hacer.

-Voy a darme una vuelta con el coche- Dijo entre dientes. Necesito calmarme, tengo mucha ira dentro, tengo que pensar en todo esto.

-Piensa que cuando vuelvas, ya no estaré aquí y me habré llevado a los niños, ya te enviaré los papeles del divorcio, no te preocupes, saldrás de esta, ya verás- Gritó ella mientras él se alejaba, cosa que José no escuchó.

El rugido había ensordecido completamente casi los demás sentidos, estaba en shock y con mucho dolor y rabia dentro, no sabía como sentirse.

Abrió de nuevo el coche y casi sin conciencia, con los sentidos distorsionados por aquello que surgia de su interior, como de su propio infierno interior, se dispuso a conducir por la ciudad.

Ira++ (I)

Esta es la historia de un hombre tranquilo, el hombre más tranquilo del mundo podría decirse incluso, pero con algo oculto dentro de él, algo muy oscuro y tenebroso, tanto, que asustaría al propio miedo, pero que un día, un único día, un día cualquiera supuso su destrucción a todos los niveles, y dándo a conocer aquello que llevaba dentro. Ésta es la historia de ese fatidico día. Su nombre: José López. Su alias: GreyStar. Pero esto tal vez no sea relevante...

Un despertador suena con una potente alarma, es hora de levantarse para ir a trabajar, José se da la vuelta y va a apagarlo, se pone sus gruesas gafas, un poco desgastadas y ajadas por el paso de los años, y va a ver la hora, son las 09.34, no sabe porqué pero el reloj ha sonado a esa hora, anoche, él como siempre lo puso a las 07.30, es una mala noticia para él, llega tarde a trabajar, concretamente 34 minutos, algo que le hace sentirse un poco airado, es un tio tranquilo, pero ese dia, algo se cruzó en su cabeza al sonar el despertador, se calma, respira profundamente, y sale corriendo a vestirse.

De camino por el pasillo al vestidor, tropieza con la alfombra y cae, con tan mala suerte, que su boca da en la mesa del pasillo y se parte el labio y un diente, aquello sangraba profusamente, y un dolor importante recorre su espalda, y algo en su interior comienza a moverse, un pequeño rugido en su estomago se escucha, no es hambre, es algo que desconoce y le desconcierta por un segundo, no le da mas importancia y va al baño a curarse.

Ya en el baño, va hacia el botiquín, agarra del tirador, pero se queda con él en la mano. Consigue abrirlo. Coge el alcohol y lo deja en la repisa del lavabo. Acto seguido, se enjuaga la boca para ver como está el diente, está partido, pero nada que no pueda arreglar yendo al dentista. Ya no sangra el diente ni la encia. Ahora va a curarse el labio. Coge un algodón y echa un poco de alcohol, se lo restriega por la herida, le escuece y suelta un pequeño grito de dolor, comprensible, y soportable.

Una vez acabado esto, se dirige con una encubierta calma de presteza hacia el vestidor, llegar tarde no le gusta, ya llega demasiado tarde, y piensa que lo que le ha pasado, ha sido producto de la prisa y del nerviosismo causado por esta.

Allí llega, abre las puerta, y coge un traje de diario, nada especial, un traje gris, para ir a trabajar, saca también una camisa, azul, su color preferido, y una corbata, amarilla, le gusta la combinación. Se enfunda una pernera del pantalón, luego la otra, se pone la camisa, y comienza a abrochársela, llegado a un punto, se da cuenta de que le apreta, literalmente le queda pequeña  y no entiende el porqué, es la misma camisa de hace 3 días, solo la habían lavado una vez y no había podido encoger por arte de magia. De la misma manera saca otra camisa y se la prueba, lo mismo exactamente, pequeña, es el mismo fabricante, misma talla, distinto color, no comprende nada. Así una y otra vez hasta que comprueba que todas le están estrechas. Finalmente decide ponerse la primera, que aunque un poco estrecha, con la chaqueta y la corbata no creia que nadie lo notara. Aquel rugido resonó de nuevo en el vestidor.

Tras haberse vestido se dirigió a la cocina, allí no había ya nadie, supuso que su mujer se había marchado a llevar a los niños al cole. No había desayuno, solo una tostada fría que había sobrado de los crios.

-Menos es nada- Pensó. Así que cogió la tostada fria y se dirigió al frigorifico, abrió y no había nada de mermelada, mantequilla, paté siquiera, cerró y se la comió seca.

-Un café me vendria bien- Murmuró. De este modo se sirvió un taza de café, muy rapidamente se lo llevó a la boca, y aparte de frio, estaba asqueroso, ese café era veneno puro, lo escupió en la pila de la cocina y allí al lado se dió cuenta de que había una nota en la encimera. Una nota de su mujer que decia: Tenemos que hablar, es importante, cuando vuelvas de trabajar te espero. Raro le pareció pero no le dio mayor importancia, como algo normal lo vió incluso.

Salió al recibidor y tomó las llaves de su coche, su viejo coche, pero que al menos le llevaba a los sitios, estaba algo cascado y fallaba a veces, pero era su coche, su primer coche y quería conservarlo, había aguantado hasta entonces y pensó que lo haría algún tiempo más hasta que con un poco de suerte le ascendieran y pudiera comprarse uno nuevo y mejor.

Traspasó la puerta y la cerró desde fuera, se dirigió al coche y lo abrió, abrió la puerta y se sentó, se puso el cinturón lo primero, ya que era un tipo precavido. Introdujo las llaves y giró el volante. Contacto y...nada. El coche no arrancaba.

-Normal, aún está frio el coche, lo raro habría sido que me arrancara a la primera- Sonrió y seguió intentandolo un par de veces más hasta que por fin a la 7ª vez lo consiguió.

-Muchas veces me han parecido, pero bueno, por lo menos ha arrancado- De nuevo aquél rugido surgió de sus entrañas, y esta vez si que se extrañó algo, ya que hambre no tenía, aún así, no tenía tiempo que perder, ya llegaba demasiado tarde a trabajar, eran las 09.57, le esperaban 25 minutos de trayecto sin tráfico. Toda una odisea.






miércoles, 23 de mayo de 2012

Guardián

Las tarde transcurría tranquilamente por aquellos lares, la gente paseaba por las calles, era casi verano, un mayo especialmente caluroso, finales, no concretamente que semana, o que día, pero eso no es lo relevante, y ni mucho menos lo importante, de esta historia.

Dos personas caminaban por cualquier calle, un chico y una chica, y mientras esto, conversaban distendidamente. No era un tema en especial, simplemente, hablaban. Sus nombres: Alberto y Patricia.
Ya volvían de estar toda la tarde por ahí de paseo, era tarde y al dia siguiente, Alberto tenía que trabajar.

-Pues el otro dia vi unos zapatos bien bonitos en un escaparate- Dijo Patricia. Como reúna dinero suficiente, me los voy a comprar ya verás. Son increibles, me los voy a poner todos los dias.

-Tú y tu obsesión por los zapatos Patri, jajaja, no tienes remedio, como sigas así, vas a acabar viviendo debajo de un puente, y los zapatos ocupando tu casa entera, de veras- Dijo en tono jocoso Alberto.

-Bah, bah, bah, a ti que no te gustan, son cosas de chicas tu no lo entenderías tonto. -Replico Patri con un tono de burla y gracieta.

Tras doblar la esquina, allí se hallaba, un chaval, no con malas pintas, si no con mala cara, de enfado, como si le pasara algo, y en el momento que Alber y Patri doblaron la esquina, se enfiló hacia ellos. Alber no sabia lo que pasaba, pero Patri, parecía si saber lo que pasaba.

-¿Qué haces aqui Rober?- Dijo Patri en un tono enfadado y temeroso.

-Nada, que quería verte y hablar contigo, pero ya veo que ya tienes un nuevo "amiguito", ¿no?- Dijo Rober en un tono hiriente.

-No tengo nada que hablar contigo ya lo sabes, ya no estamos juntos, hace más de 4 meses que lo dejamos, y tu sigues obsesionado conmigo, no me dejas de llamar, de venir aqui a la puerta casi de mi casa a verme, ya sabes el motivo por lo que acabamos, me hiciste mucho daño, y no solo psicológico, con tus insultos y celos a todas horas, tu control absoluto por lo que hacia cada segundo y con quién estaba, si no que también me hiciste daño físico, te recuerdo que me diste una paliza una vez y fui tan tonta de perdonarte, pero la segunda ya no, no me volviste a engañar ni lo harás- Dijo Patri con lágrimas en los ojos.

-Pero he cambiado, y voy a seguir cambiando a bien, te lo prometo, tienes que creerme, vamos a hablarlo, a solas- Dijo Rober con un tono de falso arrepentimiento.

-Si quieres hablar algo que sea conmigo delante, no me fio de ti, eres demasiado crápula, ¿vale? -Dijo Alber- No pienso dejarla sola si no quiere ella.

-No te preocupes Alber, no pasará nada, tranquilo, vete a casa y después te llamo y te cuento, ¿vale? -Contestó Patri amablemente.

Tras todo esto, Alber se giró y se dirigió a través del parque hacia su casa. Tras menos de 10 segundos andando, escuchó un grito, ya sabía lo que pasaba, no debía haberse ido.

Se giró y allí vio la escena, a Patri agarrada por el cuello, a Rober casi abalanzado sobre ella con el puño en alto, a escasos centimetros de golpearla en la cara. Una escena dantesca totalmente.

Y allí se dispuso Alber a correr hacia ella, no sabe como lo hizo, pero llego hasta donde ella en un segundo, en un pestañeo, de un rapido y ágil movimiento, se posicionó entre los dos, con el codo en el esternón de Rober, le empujó hacia atrás, rompiendoselo automáticamente y tirandole al suelo, mientras que con la otra mano, apartaba dulcemente a Patri, dejándola tras de si con movimiento de serenidad y protección.

-No volverás a hacerla daño, lo prometo, más te vale huir y alejarte de ella, por que como intentes hacerla daño otra vez, siquiera pensarlo, te destruiré, destruiré tu mundo, tu cuerpo, y tu alma, tenlo en cuenta.

Después de esta frase, Alber abrazó a Patri, y llevó a casa.

-Gracias, de veras- Dijo Patri. No se como agradecertelo, por protegerme y estar ahí.

-No hay de que, no te preocupes, yo te protegeré ahora y siempre, que lo sepas, ahora todo está bien, descansa tranquila, no creo que vuelva, y si vuelve, tendrá que encontrarse conmigo antes- Terminó Alber.


sábado, 21 de abril de 2012

Dia de Venganza 2: La Ira del Trueno y la Calma del Huracán

Habían pasado casi 4 meses desde aquel día, desde el dia que se liberó, que cumplió su venganza, y pudo por fin dormir tranquilo. Ya nada le atormentaba.
Vivía tranquilo una vida totalmente contemplativa, alejado de la gente y del mundanal ruido de las grandes ciudades, vivía en una casa, totalmente solo, en medio del monte.
Solo dedicaba un tiempo a cultivar su mente, con libros de filosofia, leyendo y reflexionando sobre estos. Otra parte de su tiempo, la dedicaba a entrenar su cuerpo, no quería oxidarse, entrenaba con su espada, a la cual nunca soltaba. El resto del tiempo lo dedicaba a meditar, con su misma espada en sus rodillas, quería ser como uno con ella, y le dedicaba la mayor parte de su tiempo. No tenía nada más que hacer.

Una tarde, se hallaba meditando, en medio del monte, subido a la colina más alta, con la espada en sus rodillas, con el Sol calentándole la cara, y una perfecta brisa, que solo le ayudaba a estar más en paz.

De repente y sin saber muy bien como, todo se nubló, como un mal presagio, no había Sol, y barruntaba tormenta, pequeñas gotas, empezaron a caer, cosa que interrumpió su profunda calma. Un escalofrio tremendo recorrió su espalda de abajo arriba, dejándolo confuso. Abrió los ojos y miró al cielo, con un movimiento pausado, quitó la espada de su regazo, y se levantó tranquilamente. Y con una calma pasmosa, fué a refugiarse a una cueva cercana.

-Mal augurio, esto no me gusta- Dijo con un semblante totalmente enrarecido.

Tras unos dias muy extraños en los que apenas podía dormir, y en los que no paro de llover y tronar, empezó a darle vueltas a las cosas. Se acordó de todo lo que había pasado hace meses. No le molestaba, de hecho le gustaba recordarlo, aquella sensación, pero no podía quitarselo de la cabeza. Sentía que algo se acercaba y no estaba preparado. Mentalmente no había perdido nada, era el mismo, pero aquella vida contemplativa, fisicamente no era el mismo, había bajado el ritmo de sus entrenamientos, sus músculos estaban un poco desentrenados.

Así que después de que escampara, aquel mismo día, en medio de la noche, salió a entrenarse, no tenía tiempo, sabía que se acercaba, y presentía casi con total claridad lo que era, y no le gustaba. Le había entrado el gusanillo, y entrenar le desfogaba hasta el momento en el que aquello llegara.

Su entrenamiento se intensificó tanto como cuando tuvo que ponerse en forma para llevar a cabo su venganza. La primera noche de entrenamiento, la misma en la que escampó, salió simplemente a correr, quería ponerse rapidamente a tono, así que recorrió simplemente unos 15km. Unos pocos sprints de 1km y lo demás carrera continua, nada antes, ahora le costaba un poco.

Los sucesivos días, entrenó con su espada, esperaba que le pesara un poco más hacer los movimientos, pero al parecer no, no estaba tan mal como se esperaba. Así que entrenó los movimientos que había adquirido en su primeros entrenamientos, pero esta vez, sin personas de por medio, solo cortaba árboles, de tres en tres, no necesitaba matar personas nunca más, ya había terminado aquello cuando llevó a cabo aquél acto.

Tras 4 días en los que recuperó la forma lo más rápido que pudo. Se dirigió a lo alto de la colina desde la que tenía mas visibilidad, y allí esperó a que llegara lo inevitable. Estaba claro como el agua.

Tras esperar un par de horas, allí de pie, sin apenas inmutarse, y con nubes amenazantes de tormenta, por allí sintió algo que le estremeció. Una figura se acercaba, parecía moverse raro, como mecánico, pero avanzaba imparable, tras unos metros más, consigió distinguirlo, lo había sabido todo el tiempo, nunca se había equivocado. Era la hora. No había vuelta atrás. Él no lo quería pero si debía ser así, lo sería, nunca lo negaría, ni le daría a nadie un no por respuesta a un duelo, y menos a ese en concreto.

Después de una intensa espera allí estaban de nuevo, frente a frente, había cambiado el aspecto de ambos, en esencia solo uno era el mismo, el otro había sido siempre asi. Cara a cara, espiritu roto contra espiritu forjado en sangre, venganza contra odio, ira y rencor. Dos hombres, solo uno, saldría vivo de allí. O quizás ninguno de los dos. Todo se vería tras unos instantes. Los segundos serían minutos, y los minutos horas, aquello sería totalmente épico, una batalla sin parangón, digna de dioses, y deseada ser vista por los mismos.

Sin mediar palabras, desenfundaron las espadas, pero no era el momento de batirse en duelo todavía, había muchas palabras que decir, pero sin estar relajado ni estar con la guardia baja, nunca se sabe.

Tras aquellos segundos las palabras surgieron de las bocas de los dos, nunca habían pronunciado sus nombres uno del otro, después del primer conflicto, de aquella chispa que detonó todo el conflicto, pero ya era hora de que hablaran con nombres, como hombres.

-Veo que te has recuperado bien, has tardado muy poco en ello, en solo 4 meses, te has recuperado del todo, sin las dos piernas, medio brazo de menos, y el que te quedaba, partido por la mitad, y mirate, aquí estas frente a mi, con el valor suficiente para volver, eso te honra, y me hace feliz, por que has luchado por llegar hasta donde estas ahora. Me siento feliz, y aunque ahora ya no necesite venganza, por que ya cumplí la mía, estoy decidido a enfrentarme a ti por la tuya, por que es lo que buscas, lo has querido, y lo has encontrado, enhorabuena Blake.- Dijo firmemente.

-¡Cállate Naxtar! No sabes nada...- Replicó con fuerza y vehemencia. -Esto no ha sido fácil, pero lo he conseguido, yo era feliz, con lo que había hecho, hasta que llegaste tu aquella fatidica tarde, y me lo quitaste todo, absolutamente, desde aquellos cortes que me diste, cuando me llevaron al hospital, me dijeron que no podrían volver a implantarme las piernes ni el brazo, y tendrían que ponerme piernas y brazos de muertos, no sabes realmente como me siento, y suerte del otro brazo que si que pudieron salvar. Me siento muerto y quiero morir, pero no sin antes llevarte a ti por delante, que lo sepas. Ahora mismo no tengo nada, ella se fue a la semana de estar ingresado, me dijo que no podía con eso, mi familia me dió por muerto, al igual que mis demás amigos, estoy solo, no tengo nada que perder, y voy a matarte.He entrenado noche y día desde entonces, y estoy mas preparado que nunca.-

-Intentalo si puedes...-Replicó Naxtar -Te cedo el primer corte, como la otra vez, aunque seas tu esta vez el que buscas redimirte, soy un cabellero, y siempre dejo empezar primero a los demás, así me siento mejor, es una costumbre que tengo...-

Tras unos instantes en los que empezó a solpar el viento, de repente, se nubló. Hacía un viento intenso, de tormenta, de huracán, y tronaba, había relámpagos, que cruzaban todo el cielo, de lado a lado. En un instante se hizo de noche, la noche más absoluta, provocada por aquella tormenta horrible.

De repente, un rayo cayó entre los dos, y tras el resplandor provocado por este Blake había desaparecido de delante de los ojos de Naxtar, sin dejar rastro, no podía sentir la presencia, ni donde habia ido.

En menos de una milésima de segundo, Blake se encontraba detrás de Naxtar, con la espada en horizontal, con el brazo extendido, y ésta, llena de sangre. Le había hecho el primer corte en muchos años, y mucho más deprisa de lo que jamás se hubiera imaginado. Le había sorprendido hasta a él, que no le hubiera visto, de la velocidad que había desarrollado. Le gustaba, le suponía un reto. La sangre, su propia sangre, aún mas, le motivaba, algo más rápido y posiblemente más fuerte. Estaba excitado, cachondo, ansioso.

¡Ahora empieza lo bueno jajajajajaj! -Gritó Naxtar- Nos vamos a divertir mucho, esto me hace sentirme vivo, el ayudarte a intentar cobrarte tu venganza, pero no te lo pondre fácil, que lo sepas.

Tras girarse para no darle más tiempo la espalda, la lucha parecía empezar de nuevo. No desde cero, y mucho menos por la ventaja de un corte. Pero si desde un punto más equilibrado, ya que Naxtar no tendría que contenerse más, debido a ese corte de cortesía.

Vamos allá, se acabó el remoloneo, voy a acabar con esto rápidamente, como lo hiciste tu conmigo la primera vez, se que no es fácil, pero si tu lo hiciste yo también puedo, me he preparado mucho, y ya has visto que te llevo mucha ventaja, he visto tu cara de sorpresa cuando te he cortado. No me has visto, ni has podido presentirme ni a mi corte, hasta que he estado detrás de ti prácticamente. -Se jactó Blake-

Un rayo más cayó entre ellos, cuando la luz de este se desvaneció, allí estaban los dos, uno enfrente del otro, con las espadas cruzadas a la altura de sus caras, las chispas saltaban de ambas espadas, Blake, con una cara de rabia total, empujando cada vez más y más fuerte, haciendo fuerza por ganar esa batalla, Naxtar con una sonrisa en la cara, pasandoselo bien, divirtiendose, sintiendose vivo, aunque no fuera una lucha deseada, lo pasaba bien, no tenía nada que perder, y eso le hacía sentirse bien, vivo.

Después de un salto atrás que los alejó unos metros, volvieron a la carga, con las espadas arriba, moviendose a la velocidad del viento y del rayo, golpeándose con las espadas, haciendo saltar chispas, pequeños cortes, cortándo los árboles cual mantequilla derretida, mojándose con la lluvia y mirándose...

¡Naxtar, ahora es cuando yo cojo ventaja y acabo contigo! -Dijo Blake con aires de superioridad-

Instantes después de decir esto, Blake, se lanzó contra él, a la velocidad del rayo, Naxtar le perdió de vista, y tras parpadear, se le encontró a 20 cm de él, con la espada lista para cortarle, tras un movimiento rápido por parte de Blake, de abajo a arriba, le alcanzó, cortándole el brazo, pero son seccionarlo, un corte profundo, que le hacia sangrar de manera abundante.

Segundos más tarde estaba de nuevo detrás de él, y con un movimiento rápido de piernas, se volvió a girar, y con la espada preparada, volvió a cortarle, esta vez en la espalda, un nuevo corte profundo, pero que no le impediría seguir luchando. Y un instante después casi con el mismo movimiento, le cortó en el gemelo, dejando su pierna casi inutilizada.

Después de esto Blake se situó en frente de Naxtar, con una cara de rabiosa felicidad, pero rabia al fin y al cabo. Llevaba la espada empapada en sangre de este. Naxtar aún de pie. Sangrando por todos los sitios en los que había recibido un corte. Pero aún de pie, estoico, frio, y ahora sin una sonrisa, con cara de preocupación.

Una vez más que haga esto, y estarás acabado -Dijo Blake- No me hace falta nada más, todo estará bien y podré marcharme.

Lo sé, inténtalo -Replicó Naxtar-

Tras estas palabras, Naxtar pensó para si mismo, en que si le cortaba como antes estaría acabado, no tenía nada que perder, pero no quería morir, solo tenía una oportunidad, le tendría que matar o acabaría muerto, un pensamiento pesimista, y que no quería meter en su cabeza de nuevo, pero era él o la muerte. Pensó en como lo haría, y lo tenía claro, como lo haría Blake, y exactamente lo que haría él. Necesitaba calma, mucha calma y concentración. Era el golpe definitivo.

Naxtar inspiró profundamente, y cerró los ojos. Ante la extrañada mirada del Blake, que sonrió felizmente ante la idea de que Naxtar se rindiera, y pudiera acabar con él y llevar a cabo su propia venganza.

Allá voy Naxtar, prepárate para morir -Dijo Blake- Eso de que hayas cerrado los ojos, denota que te rindes, y voy a aprovecharlo para matarte, no pienso tener contemplaciones. Es mi momento.

Y allí se lanzó Blake, a matar a Naxtar.

Naxtar dejó que le hiciera el primer corte, justo por detrás suyo, a la altura de los hombros, pero estaba concentrado, no le dolía, aunque si lo sentía, el segundo llegó lateralmente, en el brazo que no llevaba la espada, dejandolo aún peor de lo que estaba, pero aun podía moverlo bien, lo suficiente, y en el tercero Blake se situó justo enfrente suya.

En ese momento, Blake lanzó su espada contra Naxtar, con un movimiento horizontal, y de izquierda a derecha, como él se esperaba. Justo para cortale el pecho, alcanzándole el corazón. Supo que era el momento, Naxtar extendió su mano hacia delante, y con un movimiento tranquilo y firme, agarró el filo de la espada, poniendo toda sus energias, en pararla. Y lo consiguió.  Entre sus dedos se hallaba parada, la espada de Blake, aunque su mano sangraba, y mucho.

Después de un movimiento rápido y con la espada de Blake aún entre sus dedos y con la mano contraria y por debajo de la espada retenida, profirió un corte tan profundo como un abismo, que le atravesó de atrás a delante.

Blake, con un semblante de sorpresa y de dolor, se retiró de Naxtar, se miraba sangrar a si mismo, sangraba por el pecho, y le rezumaba por la espalda, le había cortado, tanto, que le habia seccionado por la mitad, ahora si, estaba muerto, Blake, estaba muerto.

Y antes de poder decir ni una palabra, cayó desplomado al suelo, soltando la espada, y cerrando los ojos, con gesto de ira incontenida.

Hasta allí se acerco Naxtar, le miró, con semblante, tranquilo, aún estaba vivo, había matado a una persona, sin necesitar venganza, no se sentía mal, pero algo le había tocado por dentro. No querría volver a ahcerlo nunca más, era el sino.

Eras o tu, o yo -Dijo Naxtar tranquilamente- Y he sido yo, te sonará frio, pero no quiero morir, no necesitaba venganza, y no tengo nada que perder, pero la vida, y perderla, no estaba en mis planes. Lo siento, de veras. No nos volveremos a encontrar más, pero se que lo has intentado y has llegado lejos. Me ha divertido mucho luchar contigo. Te felicito. Ahora me marcho. No tengo que hacer más aqui. Rest in Peace.

Tras santiguarse, se alejó de alli, llevandose la satisfacción de haber ganado, no era su venganza, no era su juego, no tenía nada que perder, pero tenía más aprecio a su vida, que antes, que no le importaba morir, ahora no, no tenía motivos reales, pero después de esto, se proponía encontrarlos.

Había matado a otro hombre depués de prometer no hacerlo más, pero era por un motivo superior. Vivir. Y se había dado cuenta de ello a tiempo.

FIN