Habían pasado casi 4 meses desde aquel día, desde el dia que se liberó, que cumplió su venganza, y pudo por fin dormir tranquilo. Ya nada le atormentaba.
Vivía tranquilo una vida totalmente contemplativa, alejado de la gente y del mundanal ruido de las grandes ciudades, vivía en una casa, totalmente solo, en medio del monte.
Solo dedicaba un tiempo a cultivar su mente, con libros de filosofia, leyendo y reflexionando sobre estos. Otra parte de su tiempo, la dedicaba a entrenar su cuerpo, no quería oxidarse, entrenaba con su espada, a la cual nunca soltaba. El resto del tiempo lo dedicaba a meditar, con su misma espada en sus rodillas, quería ser como uno con ella, y le dedicaba la mayor parte de su tiempo. No tenía nada más que hacer.
Una tarde, se hallaba meditando, en medio del monte, subido a la colina más alta, con la espada en sus rodillas, con el Sol calentándole la cara, y una perfecta brisa, que solo le ayudaba a estar más en paz.
De repente y sin saber muy bien como, todo se nubló, como un mal presagio, no había Sol, y barruntaba tormenta, pequeñas gotas, empezaron a caer, cosa que interrumpió su profunda calma. Un escalofrio tremendo recorrió su espalda de abajo arriba, dejándolo confuso. Abrió los ojos y miró al cielo, con un movimiento pausado, quitó la espada de su regazo, y se levantó tranquilamente. Y con una calma pasmosa, fué a refugiarse a una cueva cercana.
-Mal augurio, esto no me gusta- Dijo con un semblante totalmente enrarecido.
Tras unos dias muy extraños en los que apenas podía dormir, y en los que no paro de llover y tronar, empezó a darle vueltas a las cosas. Se acordó de todo lo que había pasado hace meses. No le molestaba, de hecho le gustaba recordarlo, aquella sensación, pero no podía quitarselo de la cabeza. Sentía que algo se acercaba y no estaba preparado. Mentalmente no había perdido nada, era el mismo, pero aquella vida contemplativa, fisicamente no era el mismo, había bajado el ritmo de sus entrenamientos, sus músculos estaban un poco desentrenados.
Así que después de que escampara, aquel mismo día, en medio de la noche, salió a entrenarse, no tenía tiempo, sabía que se acercaba, y presentía casi con total claridad lo que era, y no le gustaba. Le había entrado el gusanillo, y entrenar le desfogaba hasta el momento en el que aquello llegara.
Su entrenamiento se intensificó tanto como cuando tuvo que ponerse en forma para llevar a cabo su venganza. La primera noche de entrenamiento, la misma en la que escampó, salió simplemente a correr, quería ponerse rapidamente a tono, así que recorrió simplemente unos 15km. Unos pocos sprints de 1km y lo demás carrera continua, nada antes, ahora le costaba un poco.
Los sucesivos días, entrenó con su espada, esperaba que le pesara un poco más hacer los movimientos, pero al parecer no, no estaba tan mal como se esperaba. Así que entrenó los movimientos que había adquirido en su primeros entrenamientos, pero esta vez, sin personas de por medio, solo cortaba árboles, de tres en tres, no necesitaba matar personas nunca más, ya había terminado aquello cuando llevó a cabo aquél acto.
Tras 4 días en los que recuperó la forma lo más rápido que pudo. Se dirigió a lo alto de la colina desde la que tenía mas visibilidad, y allí esperó a que llegara lo inevitable. Estaba claro como el agua.
Tras esperar un par de horas, allí de pie, sin apenas inmutarse, y con nubes amenazantes de tormenta, por allí sintió algo que le estremeció. Una figura se acercaba, parecía moverse raro, como mecánico, pero avanzaba imparable, tras unos metros más, consigió distinguirlo, lo había sabido todo el tiempo, nunca se había equivocado. Era la hora. No había vuelta atrás. Él no lo quería pero si debía ser así, lo sería, nunca lo negaría, ni le daría a nadie un no por respuesta a un duelo, y menos a ese en concreto.
Después de una intensa espera allí estaban de nuevo, frente a frente, había cambiado el aspecto de ambos, en esencia solo uno era el mismo, el otro había sido siempre asi. Cara a cara, espiritu roto contra espiritu forjado en sangre, venganza contra odio, ira y rencor. Dos hombres, solo uno, saldría vivo de allí. O quizás ninguno de los dos. Todo se vería tras unos instantes. Los segundos serían minutos, y los minutos horas, aquello sería totalmente épico, una batalla sin parangón, digna de dioses, y deseada ser vista por los mismos.
Sin mediar palabras, desenfundaron las espadas, pero no era el momento de batirse en duelo todavía, había muchas palabras que decir, pero sin estar relajado ni estar con la guardia baja, nunca se sabe.
Tras aquellos segundos las palabras surgieron de las bocas de los dos, nunca habían pronunciado sus nombres uno del otro, después del primer conflicto, de aquella chispa que detonó todo el conflicto, pero ya era hora de que hablaran con nombres, como hombres.
-Veo que te has recuperado bien, has tardado muy poco en ello, en solo 4 meses, te has recuperado del todo, sin las dos piernas, medio brazo de menos, y el que te quedaba, partido por la mitad, y mirate, aquí estas frente a mi, con el valor suficiente para volver, eso te honra, y me hace feliz, por que has luchado por llegar hasta donde estas ahora. Me siento feliz, y aunque ahora ya no necesite venganza, por que ya cumplí la mía, estoy decidido a enfrentarme a ti por la tuya, por que es lo que buscas, lo has querido, y lo has encontrado, enhorabuena Blake.- Dijo firmemente.
-¡Cállate Naxtar! No sabes nada...- Replicó con fuerza y vehemencia. -Esto no ha sido fácil, pero lo he conseguido, yo era feliz, con lo que había hecho, hasta que llegaste tu aquella fatidica tarde, y me lo quitaste todo, absolutamente, desde aquellos cortes que me diste, cuando me llevaron al hospital, me dijeron que no podrían volver a implantarme las piernes ni el brazo, y tendrían que ponerme piernas y brazos de muertos, no sabes realmente como me siento, y suerte del otro brazo que si que pudieron salvar. Me siento muerto y quiero morir, pero no sin antes llevarte a ti por delante, que lo sepas. Ahora mismo no tengo nada, ella se fue a la semana de estar ingresado, me dijo que no podía con eso, mi familia me dió por muerto, al igual que mis demás amigos, estoy solo, no tengo nada que perder, y voy a matarte.He entrenado noche y día desde entonces, y estoy mas preparado que nunca.-
-Intentalo si puedes...-Replicó Naxtar -Te cedo el primer corte, como la otra vez, aunque seas tu esta vez el que buscas redimirte, soy un cabellero, y siempre dejo empezar primero a los demás, así me siento mejor, es una costumbre que tengo...-
Tras unos instantes en los que empezó a solpar el viento, de repente, se nubló. Hacía un viento intenso, de tormenta, de huracán, y tronaba, había relámpagos, que cruzaban todo el cielo, de lado a lado. En un instante se hizo de noche, la noche más absoluta, provocada por aquella tormenta horrible.
De repente, un rayo cayó entre los dos, y tras el resplandor provocado por este Blake había desaparecido de delante de los ojos de Naxtar, sin dejar rastro, no podía sentir la presencia, ni donde habia ido.
En menos de una milésima de segundo, Blake se encontraba detrás de Naxtar, con la espada en horizontal, con el brazo extendido, y ésta, llena de sangre. Le había hecho el primer corte en muchos años, y mucho más deprisa de lo que jamás se hubiera imaginado. Le había sorprendido hasta a él, que no le hubiera visto, de la velocidad que había desarrollado. Le gustaba, le suponía un reto. La sangre, su propia sangre, aún mas, le motivaba, algo más rápido y posiblemente más fuerte. Estaba excitado, cachondo, ansioso.
¡Ahora empieza lo bueno jajajajajaj! -Gritó Naxtar- Nos vamos a divertir mucho, esto me hace sentirme vivo, el ayudarte a intentar cobrarte tu venganza, pero no te lo pondre fácil, que lo sepas.
Tras girarse para no darle más tiempo la espalda, la lucha parecía empezar de nuevo. No desde cero, y mucho menos por la ventaja de un corte. Pero si desde un punto más equilibrado, ya que Naxtar no tendría que contenerse más, debido a ese corte de cortesía.
Vamos allá, se acabó el remoloneo, voy a acabar con esto rápidamente, como lo hiciste tu conmigo la primera vez, se que no es fácil, pero si tu lo hiciste yo también puedo, me he preparado mucho, y ya has visto que te llevo mucha ventaja, he visto tu cara de sorpresa cuando te he cortado. No me has visto, ni has podido presentirme ni a mi corte, hasta que he estado detrás de ti prácticamente. -Se jactó Blake-
Un rayo más cayó entre ellos, cuando la luz de este se desvaneció, allí estaban los dos, uno enfrente del otro, con las espadas cruzadas a la altura de sus caras, las chispas saltaban de ambas espadas, Blake, con una cara de rabia total, empujando cada vez más y más fuerte, haciendo fuerza por ganar esa batalla, Naxtar con una sonrisa en la cara, pasandoselo bien, divirtiendose, sintiendose vivo, aunque no fuera una lucha deseada, lo pasaba bien, no tenía nada que perder, y eso le hacía sentirse bien, vivo.
Después de un salto atrás que los alejó unos metros, volvieron a la carga, con las espadas arriba, moviendose a la velocidad del viento y del rayo, golpeándose con las espadas, haciendo saltar chispas, pequeños cortes, cortándo los árboles cual mantequilla derretida, mojándose con la lluvia y mirándose...
¡Naxtar, ahora es cuando yo cojo ventaja y acabo contigo! -Dijo Blake con aires de superioridad-
Instantes después de decir esto, Blake, se lanzó contra él, a la velocidad del rayo, Naxtar le perdió de vista, y tras parpadear, se le encontró a 20 cm de él, con la espada lista para cortarle, tras un movimiento rápido por parte de Blake, de abajo a arriba, le alcanzó, cortándole el brazo, pero son seccionarlo, un corte profundo, que le hacia sangrar de manera abundante.
Segundos más tarde estaba de nuevo detrás de él, y con un movimiento rápido de piernas, se volvió a girar, y con la espada preparada, volvió a cortarle, esta vez en la espalda, un nuevo corte profundo, pero que no le impediría seguir luchando. Y un instante después casi con el mismo movimiento, le cortó en el gemelo, dejando su pierna casi inutilizada.
Después de esto Blake se situó en frente de Naxtar, con una cara de rabiosa felicidad, pero rabia al fin y al cabo. Llevaba la espada empapada en sangre de este. Naxtar aún de pie. Sangrando por todos los sitios en los que había recibido un corte. Pero aún de pie, estoico, frio, y ahora sin una sonrisa, con cara de preocupación.
Una vez más que haga esto, y estarás acabado -Dijo Blake- No me hace falta nada más, todo estará bien y podré marcharme.
Lo sé, inténtalo -Replicó Naxtar-
Tras estas palabras, Naxtar pensó para si mismo, en que si le cortaba como antes estaría acabado, no tenía nada que perder, pero no quería morir, solo tenía una oportunidad, le tendría que matar o acabaría muerto, un pensamiento pesimista, y que no quería meter en su cabeza de nuevo, pero era él o la muerte. Pensó en como lo haría, y lo tenía claro, como lo haría Blake, y exactamente lo que haría él. Necesitaba calma, mucha calma y concentración. Era el golpe definitivo.
Naxtar inspiró profundamente, y cerró los ojos. Ante la extrañada mirada del Blake, que sonrió felizmente ante la idea de que Naxtar se rindiera, y pudiera acabar con él y llevar a cabo su propia venganza.
Allá voy Naxtar, prepárate para morir -Dijo Blake- Eso de que hayas cerrado los ojos, denota que te rindes, y voy a aprovecharlo para matarte, no pienso tener contemplaciones. Es mi momento.
Y allí se lanzó Blake, a matar a Naxtar.
Naxtar dejó que le hiciera el primer corte, justo por detrás suyo, a la altura de los hombros, pero estaba concentrado, no le dolía, aunque si lo sentía, el segundo llegó lateralmente, en el brazo que no llevaba la espada, dejandolo aún peor de lo que estaba, pero aun podía moverlo bien, lo suficiente, y en el tercero Blake se situó justo enfrente suya.
En ese momento, Blake lanzó su espada contra Naxtar, con un movimiento horizontal, y de izquierda a derecha, como él se esperaba. Justo para cortale el pecho, alcanzándole el corazón. Supo que era el momento, Naxtar extendió su mano hacia delante, y con un movimiento tranquilo y firme, agarró el filo de la espada, poniendo toda sus energias, en pararla. Y lo consiguió. Entre sus dedos se hallaba parada, la espada de Blake, aunque su mano sangraba, y mucho.
Después de un movimiento rápido y con la espada de Blake aún entre sus dedos y con la mano contraria y por debajo de la espada retenida, profirió un corte tan profundo como un abismo, que le atravesó de atrás a delante.
Blake, con un semblante de sorpresa y de dolor, se retiró de Naxtar, se miraba sangrar a si mismo, sangraba por el pecho, y le rezumaba por la espalda, le había cortado, tanto, que le habia seccionado por la mitad, ahora si, estaba muerto, Blake, estaba muerto.
Y antes de poder decir ni una palabra, cayó desplomado al suelo, soltando la espada, y cerrando los ojos, con gesto de ira incontenida.
Hasta allí se acerco Naxtar, le miró, con semblante, tranquilo, aún estaba vivo, había matado a una persona, sin necesitar venganza, no se sentía mal, pero algo le había tocado por dentro. No querría volver a ahcerlo nunca más, era el sino.
Eras o tu, o yo -Dijo Naxtar tranquilamente- Y he sido yo, te sonará frio, pero no quiero morir, no necesitaba venganza, y no tengo nada que perder, pero la vida, y perderla, no estaba en mis planes. Lo siento, de veras. No nos volveremos a encontrar más, pero se que lo has intentado y has llegado lejos. Me ha divertido mucho luchar contigo. Te felicito. Ahora me marcho. No tengo que hacer más aqui. Rest in Peace.
Tras santiguarse, se alejó de alli, llevandose la satisfacción de haber ganado, no era su venganza, no era su juego, no tenía nada que perder, pero tenía más aprecio a su vida, que antes, que no le importaba morir, ahora no, no tenía motivos reales, pero después de esto, se proponía encontrarlos.
Había matado a otro hombre depués de prometer no hacerlo más, pero era por un motivo superior. Vivir. Y se había dado cuenta de ello a tiempo.
FIN