Empezó a conducir y tomó la misma ruta que aquél dia por la mañana giró a la izquiera, a la derecha, y seguió unos 100 metros adelante, se incorporó a la rotonda, aquella misma en la que casi tuvo en golpe por la mañana, el rigido interior no cesaba, sus sentidos estaban como en efecto túnel.
Tras ceder el paso a un coche, se incorporó y mientras hacia la rotonda perfectamente, por el carril derecho, vió como un coche, a toda velocidad se aproximaba a él, iba a salir por la tercera salida, puso el intermitente pasa salir, y se dió cuenta que ese coche también iba a salir por esa salida, pero que quería adelantarle suciamente.
En un determinado momento, sin saber como, los coches chocaron, un impacto del otro coche por detrás al coche de José, haciendo que no saltara el airbag y dando con su cabeza en el volante, provocandole una brecha, que sangraba profusamente.
Confundido aún por el golpe se bajó del coche, y allí mismo, se topó con un hombre, el hombre del otro coche, que se habia bajado corriendo a por él, que más que un hombre era un gorila, alto, musculado, con tatuajes por todo el cuerpo, pendientes por todos lados, oro en su cuello y en sus manos...
-¿Pero que haces gilipollas? ¿Que no me has visto que iba a salir yo antes por la rotonda?- Dijo el ser, con un tono enfadado.
-Pero yo llevaba la preferencia, iba por fuera y con el intermitente puesto, teóricamente yo iba a salir primero- Dijo José un poco achantado.
-Pero que dices pavo, yo iba antes que tú, no me digas que no comemierdas por que sabes que si. -Dijo el gorila. Y tu que tienes la culpa de esto me lo vas a pagar, por que la carrocería modificada que lleva, cuesta muchos "leuros", que lo sepas.
- Yo no tengo que pagar nada, asi que si hace el favor de sacar los partes amistosos, solucionemos esto lo antes posible, no tengo un buen día- Dijo José
Por aquellos instantes el rugido interior de José no dejaba de crepitar en su interior, pero le dejaba escuchar, razonar y seguir consciente, pero aquello estaba cerca, muy cerca de su límite.
-¿Como? Ya te he dicho que TÚ tienes la culpa tio mierdas, y me lo vas a pagar todo, ¿sabes?- Dijo el tipo en un tono amenazante...
Mientras, el tipo, no dejaba de dar con el dedo a la altura del pecho de José, palabra tras palabra, le daba con el dedo, apuntándolo, como recriminándolo.
-Por que te voy a meter una hostia como no me lo pagues...blablablablablablabla- Decia el tipo.
Pero llegado ese punto José dejó de escuchar. Solo escuchaba el rugido, y a su corazón palpitar, cada vez más rapido y más fuerte.
Cerró los ojos por un instante. Y se vió en otro lugar. Oscuro. No se veía nada, estaba como encerrado en una habitación sin ventanas. No comprendía nada. Una voz que le decia: ¡Libérala!, ¡Deja que fluya!, ¡No lo temas!, ¡Vamos!, ¡Hazlo!...De repente algo apareció frente a sus ojos. Un ser, muy alto, muy fuerte, era como él, exactamente igual.
Sabia que era él perfectamente, así que no le temió y escuchó sus palabras. Cortas, concisas y directas.
-¡Libéralo vamos, tienes que hacerlo, esto no puede quedar así, demasiado has aguantado, si no lo haces, esto te matará, tu puedes vamos, tú eres Greystar!- Dijo aquel él, al que escuchaba.
Tras esto cerró los ojos, y se sentió como liberado, el cuerpo le ardia en llamas, pero aún estaba allí dentro. Hasta que se dió cuenta, de que realmente estaba en su propio cuerpo, había perdido el control, ya que podía verse a si mismo desde dentro, pero no podía hacer nada, solo observar como todo se convertiría en una masacre, que no sabía hasta donde podría llegar. Además su cuerpo había crecido, no de tamaño, si no en fuerza y regeneración, dureza y flexibilidad, velocidad y técnica. Solo pudo observar como se desarrollaba todo.
Mientras tanto, el gorila del coche se disponía a pegarle un puñetazo ya que creia que le estaba vacilando, el puño del tipo impactó contra la nariz de ahora Greystar, partiendo la mano del tipo.
Este se echó para atrás, y vió al mismo tipo de antes, solo que con los ojos completamente blancos, una malévola sonrisa, y una extraña respiración, no asíncrona pero si algo agitada.
El tipo no se asustó y volvió a intentar pegarle, Greystar, agarró su mano como si fuera la de un niño y la apartó de su cara, acto seguido, se acercó a la cara del tipo, y con los dos puños, y en menos de una décima de segundo, apastó la cabeza del ser, sacando los sesos por las orejas, dejando su cabeza achatada por los lados, tras esto, un grito sordo salió de su boca, reventando los ojos del tipo e instantáneamente matándolo.
Aquello era solo el principio.
La gente huyó despavorida, pidiendo ayuda y llamándo a la policía.
Greystar estaba fuera de control, en su ira descontrolada, se dedicó a destrozar el coche del tipo al que acababa de matar. Empezó por arrancar la puerta que había quedado abierta, arrugándola como una bayeta y tirándola al otro lado de la rotonda. Siguió con el capó al que hizo saltar de un puñetazo, seguidamente arrancó una rueda, le dió un mordisco, reventándola y tirándola lejos también.
A los pocos minutos de aquello y con el coche ya destrozado completamente, del que solo quedaba el motor, y las barras antivuelco, llegaron varias patrullas de policía, 3 concretamente. Cada una cargada con 5 policias. Y allí se bajaron.
-Señor, tranquilicese por favor, vamos a ayudarle- Dijo el que parecía el policía con más rango.
Tras esto, Greystar se giró hacia ellos, con la misma mirada que le puso al tipo al que había destrozado antes. Y de nuevo un grito sordo salió de su boca, tirándolos al suelo a todos y destrozando los cristales de todos los coches patrulla.
Los policias se levantaron.
-No temaís al disparar, id a matar, y uno de vosotros avisar, que venga todo lo que pueda, carros blindados, helicópteros, lo que sea, lo vamos a necesitar contra este tipo- Dijo el policía encargado de los demás.
En ese mismo instante todos desefundaron sus armas y dispararon contra Greystar. Nada. Su cuerpo intacto, todas las balas destrozadas en su piel. Cayeron al suelo. No les quedaban más balas.
De un rápido movimiento Greystar saltó al policía mas lejano que intentaba huir ya, le agarró de la cabeza y se la estrelló contra el suelo, de un salto, cayó sobre otro, partiendole la columna, un tercero recibió un puñetazo sónico, destrozándole la cara, y hundiéndole el cráneo.
Zizagueando entre ellos, agarró a cuatro a la vez y de un puñetazo, los atravesó, echó el brazo hacia detrás y se los sacudió cuales muñecos sin vida, iban 7.
Sin tiempo para reaccionar a los otros 8, fue desmembrándolos uno a uno, hasta contar 7, al último, simplemente se le acercó a la cara, le gritó, y con su pié, pisando los del policía, y de una patada alta, le arrancó la cabeza de cuajo.
Segundos después, un grito que dió Greystar, reventó todos los cristales de los alrededores.
De repente y de detrás de un edificio, salieron dos helicópteros de combate, en dirección a él, y de todas las calles colindantes, carros de combate, y hombres armados hasta los dientes a pie, unos 100.
De nuevo Greystar gritó, y con ello tiró al suelo y dejó inconscientes a 80 de los 100. Solo los más fuertes aguantaron la acometida del grito.
Los 20 restantes se reaguparon en una sola unidad.
-Disparad todo contra él- Dijo una voz que parecía provenir de ningún sitio.
Con esto, los helicópteros se posicionaron, al igual que los carros de combate, y dispararon contra Greystar.
Tras 5 minutos de intenso ametrallamientos y un humo intenso del cual, nada hubiera salido vivo, se despejó y dejó ver un panorama macabro. Ni un solo resguño. Solo metralla destrozada a sus pies. Los policias no tenian más munición.
Greystar de nuevo sacó la sonrisa malévola y profirió un nuevo grito.
De un salto, alto, mucho, se agarró al parabrisas de uno de los helicopteros y de un puñetazo lo destrozó, agarrando en el camino al piloto del mismo, y tirándolo al vacio, y lo mismo con el copiloto.
De repente, hizo como que saltaba del helicoptero, pero lo agarró por los patines de aterrizaje, y con una inusitada fuerza, se dió impulso, y lo lanzó hacia donde estaban los 20 hombres restantes, agachados detrás de 4 carros de combate a modo de fortín, destronzándolos, tanto a los carros, como a los hombres allí hacinados. Destruyendo sus cuerpos por la explosión y reduciendolos a cenizas por el fuego causado por el mismo.
Sin llegar a caer el suelo, y con el mismo impulso, se agarró al otro helicóptero. Pero esta vez extendiendo la mano al rotor, destrozándolo con la misma. Y dejándolo caer a tierra. Aún cayó sin explotar.
Greystar cayó tmb al suelo, y de una patada inmensa, y sin dar tiempo a los tripulantes a salir, estrelló el helicoptero contra los restantes carros que quedaban. Haciendolos explotar a todos, haciendo lo mismo que anteriormente, reduciendo a cenizas todo lo que había alrededor.
De aquel último amasijo de hierros fundentes, un cuerpo todavía sobresalió, saliendo a rastras de aquello.
Greystar se acercó a él, y susurró: fin del juego. Y según decia esto, y con un puñetazo sónico, destrozó las cenizas de aquél hombre que aún agonizaba.
Un vez terminado esto, el cuerpo de Greystar volvió a su ser, desprendiendo humo alrededor, volviendo a ser José. Y retomando el control de su cuerpo. Ya no había rugido, volvía a ser él. No había mas ira, y no la habría más, por que debería aprender a controlarla y sacarla a su debido tiempo, o Greystar volvería a surgir de nuevo.
Él mismo había visto lo que había hecho allí, así que decidió correr, para que no le viera nadie más. Lo había hecho, y hecho estaba. Había algo en su interior que tenía que aprender a controlar, algo que podría usar en su beneficio, para el bien, ¿talvez?.
FIN
domingo, 3 de junio de 2012
sábado, 2 de junio de 2012
Ira++ (II)
Tras girar a la izquiera, a la derecha, y seguir unos 100 metros adelante, se incorporó a una rotonda, hasta ahí todo normal, tras entrar en la misma, un coche se le cruzó, pero por un segundo la suerte se alió con el y no le dió de milagro.
-Uffff...- Respiró. Con el mal dia que llevo, no se que hubiera pasado si me hubiera dado. Continuemos.
Salió de la rotonda, y tras llevar la mitad del recorrido hacia su puesto de trabajo, en un momento en el que cambió de carril, notó un extraño ruido de debajo del coche, un pequeño grito seguido de algo que no sabía identificar. Solo notó que el coche se iba hacia la derecha. Así que se decidió a parar y ver qué era lo que pasaba.
Se bajó del coche para inspeccionar aquello que le había hecho detenerse en el camino y perder más tiempo de camino al trabajo. Una vez puesto un pie en el suelo, el rugido volvió a surgir de dentro de sus entrañas. Cada vez ese ruido de dentro de él le mosqueaba un poco más. Pero siguió adelante y terminó de bajarse del coche.
Se dirigió al lado derecho de su coche, y la escena era completamente dantesca.
La rueda derecha completamente reventada, rajada, abierta, y manchada de sangre.
-¿Y esta sangre, de donde sale? No creo, vamos, no puede ser que sea de una persona, lo hubiera visto claramente. -Dijo un poco asustado.
Miró debajo del coche y allí estaba, un gato, completamente destrozado por la rueda, deshecho, cosa que le hizo vomitar de inmediato allí mismo. No se lo podía creer, había matado un gato con el coche y encima había reventado la rueda. Por suerte, tenía la rueda de repuesto en el maletero.
Una vez arreglado prosigió su camino y llegó a donde trabajaba, a la empresa a la que había dedicado todo su potencial durante los últimos 6 años, sacrificando noches en vela y tiempo con su familia, pero allí se hallaba, dispuesto a olvidar todo lo que le había pasado durante la mañana.
Entró por la puerta con aire decidido, con una sonrisa en la boca, diciendo hola a todo el mundo, y todo el mundo le miraba con cara rara, extrañado, ya llegó hasta su mesa, y tan solo unos segundos después de dejarlo todo, y sin casi apenas de sentarse, allí apareció un compañero suyo.
-José, el jefe te está buscando, tiene cara de cabreo, creo que tiene que decirte algo, y no bueno- Dijo su compañero con un tono tanto serio.
Y hacia allá, hacia el despacho de su jefe se dirigió, llamó primeramente a la puerta, segundos más tarde recibió la autorización de su jefe para entrar allí.
-Sientate José, tenemos que hablar, no es largo y tendido pero es duro.- Dijo el jefe con tono claramente serio y de cabreo. Mira hoy has llegado tarde, mucho, dependemos mucho de ti, pero con esto de la crisis estamos yendo a pique, sabemos que no tienes la culpa de nada, pero te la vamos a echar, y vamos a despedirte, no necesitamos más de tus servicios, te despediremos con el mínimo, lo hemos conseguido trampear para pagarte lo menos posible, lo siento pero no tenemos casi dinero, cuando hayas recogido tus cosas, pasa por administración para recoger tu "indemnización", muchas gracias, y buena suerte.
De repente y sin saber como, la camisa le reventó por la espalda, no le encontraba explicación, pero eso ahora no era lo importante.
Aquellas palabras le desconcertaron ciertamente, el tono claramente jocoso, de burla y mofa del jefe al final de sus palabras, lo que hizo que el rugido de dentro, sonara constantemente pero a un tono muy bajito, y no como antes, fuerte por unos segundo. Era el estrés del día supuso, que le estaba afectando al estómago y debía acabar por tranquilizarse a lo largo del día.
Tras despedirse de todos los compañeros, y de recoger su finiquito, cogió de nuevo su coche y se dirigió a casa, con la esperanza de ver a su querida mujer y poder abrazarla, contárselo todo y que se le fuera ese extraño rugido interior.
Al llegar a casa, vió que el coche de su mujer estaba en casa, pero además otro coche estaba aparcado también, supuso que era alguna amiga que venía a visitarla para tomar un café y hablar de sus cositas de mujer, como siempre, nada fuera de lo común.
Metió la llave en la cerradura y abrió la puerta, entró y dejó las cosas en la cocina, y tras esto, recorrió el pasillo hasta su habitación para buscar a su mujer, la cual no encontraba por ningún otro lado de la casa. Al llegar a la puerta se la encontró cerrada, no era algo normal, si ella estaba por la casa haciendo cosas, todo estaba abierto para airearse. Entró normalmente y su corazón dio un vuelco. De nuevo una escena dantesca se encontraba ante él.
Su mujer, a la que tanto amaba e idolatraba, en la cama, con un desconocido, ellos aún si cerciorarse de que él se encontraba allí seguían retozando, mancillando su lecho, en el que había soñado con un mundo mejor, y en el que era el más feliz del mundo.
En un determinado instante, su mujer y su amante se dieron cuenta de que él estaba allí plantado, atónito, con la boca abierta y sin saber que hacer. La primera reacción de los dos fué taparse y separarse, acto seguido vinieron las palabras.
-¿Qué haces aquí?- Pregunto ella sorpresivamente cabreada. ¿No deberías estar trabajando? ¿Qué haces aqui a estas horas?
-Me han hechado del curro- Dijo tristemente. Ya no tengo trabajo, por eso he venido antes, venía a buscarte por que necesitaba un abrazo y cariño, y ahora voy y me encuentro esto, ¿Qué es lo que pasa aqui? ¿Por que me haces esto? ¿Acaso no éramos felices? No comprendo nada...
-Precisamente era eso de lo que quería hablarte esta mañana- Dijo ella con una manera sentenciosa. Me enamoré de este hombre hace mucho y me voy a ir con él, también me llevaré a los niños, que te aclaro desde ya que no son tuyos, son de otros dos hombres diferentes. Así que esta tarde me marcho, te dejo, para siempre.
En aquel preciso instante el rugido ensordeció sus oidos, solo podía escuchar eso. Con el shock todavía encima. No sabía qué hacer.
-Voy a darme una vuelta con el coche- Dijo entre dientes. Necesito calmarme, tengo mucha ira dentro, tengo que pensar en todo esto.
-Piensa que cuando vuelvas, ya no estaré aquí y me habré llevado a los niños, ya te enviaré los papeles del divorcio, no te preocupes, saldrás de esta, ya verás- Gritó ella mientras él se alejaba, cosa que José no escuchó.
El rugido había ensordecido completamente casi los demás sentidos, estaba en shock y con mucho dolor y rabia dentro, no sabía como sentirse.
Abrió de nuevo el coche y casi sin conciencia, con los sentidos distorsionados por aquello que surgia de su interior, como de su propio infierno interior, se dispuso a conducir por la ciudad.
-Uffff...- Respiró. Con el mal dia que llevo, no se que hubiera pasado si me hubiera dado. Continuemos.
Salió de la rotonda, y tras llevar la mitad del recorrido hacia su puesto de trabajo, en un momento en el que cambió de carril, notó un extraño ruido de debajo del coche, un pequeño grito seguido de algo que no sabía identificar. Solo notó que el coche se iba hacia la derecha. Así que se decidió a parar y ver qué era lo que pasaba.
Se bajó del coche para inspeccionar aquello que le había hecho detenerse en el camino y perder más tiempo de camino al trabajo. Una vez puesto un pie en el suelo, el rugido volvió a surgir de dentro de sus entrañas. Cada vez ese ruido de dentro de él le mosqueaba un poco más. Pero siguió adelante y terminó de bajarse del coche.
Se dirigió al lado derecho de su coche, y la escena era completamente dantesca.
La rueda derecha completamente reventada, rajada, abierta, y manchada de sangre.
-¿Y esta sangre, de donde sale? No creo, vamos, no puede ser que sea de una persona, lo hubiera visto claramente. -Dijo un poco asustado.
Miró debajo del coche y allí estaba, un gato, completamente destrozado por la rueda, deshecho, cosa que le hizo vomitar de inmediato allí mismo. No se lo podía creer, había matado un gato con el coche y encima había reventado la rueda. Por suerte, tenía la rueda de repuesto en el maletero.
Una vez arreglado prosigió su camino y llegó a donde trabajaba, a la empresa a la que había dedicado todo su potencial durante los últimos 6 años, sacrificando noches en vela y tiempo con su familia, pero allí se hallaba, dispuesto a olvidar todo lo que le había pasado durante la mañana.
Entró por la puerta con aire decidido, con una sonrisa en la boca, diciendo hola a todo el mundo, y todo el mundo le miraba con cara rara, extrañado, ya llegó hasta su mesa, y tan solo unos segundos después de dejarlo todo, y sin casi apenas de sentarse, allí apareció un compañero suyo.
-José, el jefe te está buscando, tiene cara de cabreo, creo que tiene que decirte algo, y no bueno- Dijo su compañero con un tono tanto serio.
Y hacia allá, hacia el despacho de su jefe se dirigió, llamó primeramente a la puerta, segundos más tarde recibió la autorización de su jefe para entrar allí.
-Sientate José, tenemos que hablar, no es largo y tendido pero es duro.- Dijo el jefe con tono claramente serio y de cabreo. Mira hoy has llegado tarde, mucho, dependemos mucho de ti, pero con esto de la crisis estamos yendo a pique, sabemos que no tienes la culpa de nada, pero te la vamos a echar, y vamos a despedirte, no necesitamos más de tus servicios, te despediremos con el mínimo, lo hemos conseguido trampear para pagarte lo menos posible, lo siento pero no tenemos casi dinero, cuando hayas recogido tus cosas, pasa por administración para recoger tu "indemnización", muchas gracias, y buena suerte.
De repente y sin saber como, la camisa le reventó por la espalda, no le encontraba explicación, pero eso ahora no era lo importante.
Aquellas palabras le desconcertaron ciertamente, el tono claramente jocoso, de burla y mofa del jefe al final de sus palabras, lo que hizo que el rugido de dentro, sonara constantemente pero a un tono muy bajito, y no como antes, fuerte por unos segundo. Era el estrés del día supuso, que le estaba afectando al estómago y debía acabar por tranquilizarse a lo largo del día.
Tras despedirse de todos los compañeros, y de recoger su finiquito, cogió de nuevo su coche y se dirigió a casa, con la esperanza de ver a su querida mujer y poder abrazarla, contárselo todo y que se le fuera ese extraño rugido interior.
Al llegar a casa, vió que el coche de su mujer estaba en casa, pero además otro coche estaba aparcado también, supuso que era alguna amiga que venía a visitarla para tomar un café y hablar de sus cositas de mujer, como siempre, nada fuera de lo común.
Metió la llave en la cerradura y abrió la puerta, entró y dejó las cosas en la cocina, y tras esto, recorrió el pasillo hasta su habitación para buscar a su mujer, la cual no encontraba por ningún otro lado de la casa. Al llegar a la puerta se la encontró cerrada, no era algo normal, si ella estaba por la casa haciendo cosas, todo estaba abierto para airearse. Entró normalmente y su corazón dio un vuelco. De nuevo una escena dantesca se encontraba ante él.
Su mujer, a la que tanto amaba e idolatraba, en la cama, con un desconocido, ellos aún si cerciorarse de que él se encontraba allí seguían retozando, mancillando su lecho, en el que había soñado con un mundo mejor, y en el que era el más feliz del mundo.
En un determinado instante, su mujer y su amante se dieron cuenta de que él estaba allí plantado, atónito, con la boca abierta y sin saber que hacer. La primera reacción de los dos fué taparse y separarse, acto seguido vinieron las palabras.
-¿Qué haces aquí?- Pregunto ella sorpresivamente cabreada. ¿No deberías estar trabajando? ¿Qué haces aqui a estas horas?
-Me han hechado del curro- Dijo tristemente. Ya no tengo trabajo, por eso he venido antes, venía a buscarte por que necesitaba un abrazo y cariño, y ahora voy y me encuentro esto, ¿Qué es lo que pasa aqui? ¿Por que me haces esto? ¿Acaso no éramos felices? No comprendo nada...
-Precisamente era eso de lo que quería hablarte esta mañana- Dijo ella con una manera sentenciosa. Me enamoré de este hombre hace mucho y me voy a ir con él, también me llevaré a los niños, que te aclaro desde ya que no son tuyos, son de otros dos hombres diferentes. Así que esta tarde me marcho, te dejo, para siempre.
En aquel preciso instante el rugido ensordeció sus oidos, solo podía escuchar eso. Con el shock todavía encima. No sabía qué hacer.
-Voy a darme una vuelta con el coche- Dijo entre dientes. Necesito calmarme, tengo mucha ira dentro, tengo que pensar en todo esto.
-Piensa que cuando vuelvas, ya no estaré aquí y me habré llevado a los niños, ya te enviaré los papeles del divorcio, no te preocupes, saldrás de esta, ya verás- Gritó ella mientras él se alejaba, cosa que José no escuchó.
El rugido había ensordecido completamente casi los demás sentidos, estaba en shock y con mucho dolor y rabia dentro, no sabía como sentirse.
Abrió de nuevo el coche y casi sin conciencia, con los sentidos distorsionados por aquello que surgia de su interior, como de su propio infierno interior, se dispuso a conducir por la ciudad.
Ira++ (I)
Esta es la historia de un hombre tranquilo, el hombre más tranquilo del mundo podría decirse incluso, pero con algo oculto dentro de él, algo muy oscuro y tenebroso, tanto, que asustaría al propio miedo, pero que un día, un único día, un día cualquiera supuso su destrucción a todos los niveles, y dándo a conocer aquello que llevaba dentro. Ésta es la historia de ese fatidico día. Su nombre: José López. Su alias: GreyStar. Pero esto tal vez no sea relevante...
Un despertador suena con una potente alarma, es hora de levantarse para ir a trabajar, José se da la vuelta y va a apagarlo, se pone sus gruesas gafas, un poco desgastadas y ajadas por el paso de los años, y va a ver la hora, son las 09.34, no sabe porqué pero el reloj ha sonado a esa hora, anoche, él como siempre lo puso a las 07.30, es una mala noticia para él, llega tarde a trabajar, concretamente 34 minutos, algo que le hace sentirse un poco airado, es un tio tranquilo, pero ese dia, algo se cruzó en su cabeza al sonar el despertador, se calma, respira profundamente, y sale corriendo a vestirse.
De camino por el pasillo al vestidor, tropieza con la alfombra y cae, con tan mala suerte, que su boca da en la mesa del pasillo y se parte el labio y un diente, aquello sangraba profusamente, y un dolor importante recorre su espalda, y algo en su interior comienza a moverse, un pequeño rugido en su estomago se escucha, no es hambre, es algo que desconoce y le desconcierta por un segundo, no le da mas importancia y va al baño a curarse.
Ya en el baño, va hacia el botiquín, agarra del tirador, pero se queda con él en la mano. Consigue abrirlo. Coge el alcohol y lo deja en la repisa del lavabo. Acto seguido, se enjuaga la boca para ver como está el diente, está partido, pero nada que no pueda arreglar yendo al dentista. Ya no sangra el diente ni la encia. Ahora va a curarse el labio. Coge un algodón y echa un poco de alcohol, se lo restriega por la herida, le escuece y suelta un pequeño grito de dolor, comprensible, y soportable.
Una vez acabado esto, se dirige con una encubierta calma de presteza hacia el vestidor, llegar tarde no le gusta, ya llega demasiado tarde, y piensa que lo que le ha pasado, ha sido producto de la prisa y del nerviosismo causado por esta.
Allí llega, abre las puerta, y coge un traje de diario, nada especial, un traje gris, para ir a trabajar, saca también una camisa, azul, su color preferido, y una corbata, amarilla, le gusta la combinación. Se enfunda una pernera del pantalón, luego la otra, se pone la camisa, y comienza a abrochársela, llegado a un punto, se da cuenta de que le apreta, literalmente le queda pequeña y no entiende el porqué, es la misma camisa de hace 3 días, solo la habían lavado una vez y no había podido encoger por arte de magia. De la misma manera saca otra camisa y se la prueba, lo mismo exactamente, pequeña, es el mismo fabricante, misma talla, distinto color, no comprende nada. Así una y otra vez hasta que comprueba que todas le están estrechas. Finalmente decide ponerse la primera, que aunque un poco estrecha, con la chaqueta y la corbata no creia que nadie lo notara. Aquel rugido resonó de nuevo en el vestidor.
Tras haberse vestido se dirigió a la cocina, allí no había ya nadie, supuso que su mujer se había marchado a llevar a los niños al cole. No había desayuno, solo una tostada fría que había sobrado de los crios.
-Menos es nada- Pensó. Así que cogió la tostada fria y se dirigió al frigorifico, abrió y no había nada de mermelada, mantequilla, paté siquiera, cerró y se la comió seca.
-Un café me vendria bien- Murmuró. De este modo se sirvió un taza de café, muy rapidamente se lo llevó a la boca, y aparte de frio, estaba asqueroso, ese café era veneno puro, lo escupió en la pila de la cocina y allí al lado se dió cuenta de que había una nota en la encimera. Una nota de su mujer que decia: Tenemos que hablar, es importante, cuando vuelvas de trabajar te espero. Raro le pareció pero no le dio mayor importancia, como algo normal lo vió incluso.
Salió al recibidor y tomó las llaves de su coche, su viejo coche, pero que al menos le llevaba a los sitios, estaba algo cascado y fallaba a veces, pero era su coche, su primer coche y quería conservarlo, había aguantado hasta entonces y pensó que lo haría algún tiempo más hasta que con un poco de suerte le ascendieran y pudiera comprarse uno nuevo y mejor.
Traspasó la puerta y la cerró desde fuera, se dirigió al coche y lo abrió, abrió la puerta y se sentó, se puso el cinturón lo primero, ya que era un tipo precavido. Introdujo las llaves y giró el volante. Contacto y...nada. El coche no arrancaba.
-Normal, aún está frio el coche, lo raro habría sido que me arrancara a la primera- Sonrió y seguió intentandolo un par de veces más hasta que por fin a la 7ª vez lo consiguió.
-Muchas veces me han parecido, pero bueno, por lo menos ha arrancado- De nuevo aquél rugido surgió de sus entrañas, y esta vez si que se extrañó algo, ya que hambre no tenía, aún así, no tenía tiempo que perder, ya llegaba demasiado tarde a trabajar, eran las 09.57, le esperaban 25 minutos de trayecto sin tráfico. Toda una odisea.
Un despertador suena con una potente alarma, es hora de levantarse para ir a trabajar, José se da la vuelta y va a apagarlo, se pone sus gruesas gafas, un poco desgastadas y ajadas por el paso de los años, y va a ver la hora, son las 09.34, no sabe porqué pero el reloj ha sonado a esa hora, anoche, él como siempre lo puso a las 07.30, es una mala noticia para él, llega tarde a trabajar, concretamente 34 minutos, algo que le hace sentirse un poco airado, es un tio tranquilo, pero ese dia, algo se cruzó en su cabeza al sonar el despertador, se calma, respira profundamente, y sale corriendo a vestirse.
De camino por el pasillo al vestidor, tropieza con la alfombra y cae, con tan mala suerte, que su boca da en la mesa del pasillo y se parte el labio y un diente, aquello sangraba profusamente, y un dolor importante recorre su espalda, y algo en su interior comienza a moverse, un pequeño rugido en su estomago se escucha, no es hambre, es algo que desconoce y le desconcierta por un segundo, no le da mas importancia y va al baño a curarse.
Ya en el baño, va hacia el botiquín, agarra del tirador, pero se queda con él en la mano. Consigue abrirlo. Coge el alcohol y lo deja en la repisa del lavabo. Acto seguido, se enjuaga la boca para ver como está el diente, está partido, pero nada que no pueda arreglar yendo al dentista. Ya no sangra el diente ni la encia. Ahora va a curarse el labio. Coge un algodón y echa un poco de alcohol, se lo restriega por la herida, le escuece y suelta un pequeño grito de dolor, comprensible, y soportable.
Una vez acabado esto, se dirige con una encubierta calma de presteza hacia el vestidor, llegar tarde no le gusta, ya llega demasiado tarde, y piensa que lo que le ha pasado, ha sido producto de la prisa y del nerviosismo causado por esta.
Allí llega, abre las puerta, y coge un traje de diario, nada especial, un traje gris, para ir a trabajar, saca también una camisa, azul, su color preferido, y una corbata, amarilla, le gusta la combinación. Se enfunda una pernera del pantalón, luego la otra, se pone la camisa, y comienza a abrochársela, llegado a un punto, se da cuenta de que le apreta, literalmente le queda pequeña y no entiende el porqué, es la misma camisa de hace 3 días, solo la habían lavado una vez y no había podido encoger por arte de magia. De la misma manera saca otra camisa y se la prueba, lo mismo exactamente, pequeña, es el mismo fabricante, misma talla, distinto color, no comprende nada. Así una y otra vez hasta que comprueba que todas le están estrechas. Finalmente decide ponerse la primera, que aunque un poco estrecha, con la chaqueta y la corbata no creia que nadie lo notara. Aquel rugido resonó de nuevo en el vestidor.
Tras haberse vestido se dirigió a la cocina, allí no había ya nadie, supuso que su mujer se había marchado a llevar a los niños al cole. No había desayuno, solo una tostada fría que había sobrado de los crios.
-Menos es nada- Pensó. Así que cogió la tostada fria y se dirigió al frigorifico, abrió y no había nada de mermelada, mantequilla, paté siquiera, cerró y se la comió seca.
-Un café me vendria bien- Murmuró. De este modo se sirvió un taza de café, muy rapidamente se lo llevó a la boca, y aparte de frio, estaba asqueroso, ese café era veneno puro, lo escupió en la pila de la cocina y allí al lado se dió cuenta de que había una nota en la encimera. Una nota de su mujer que decia: Tenemos que hablar, es importante, cuando vuelvas de trabajar te espero. Raro le pareció pero no le dio mayor importancia, como algo normal lo vió incluso.
Salió al recibidor y tomó las llaves de su coche, su viejo coche, pero que al menos le llevaba a los sitios, estaba algo cascado y fallaba a veces, pero era su coche, su primer coche y quería conservarlo, había aguantado hasta entonces y pensó que lo haría algún tiempo más hasta que con un poco de suerte le ascendieran y pudiera comprarse uno nuevo y mejor.
Traspasó la puerta y la cerró desde fuera, se dirigió al coche y lo abrió, abrió la puerta y se sentó, se puso el cinturón lo primero, ya que era un tipo precavido. Introdujo las llaves y giró el volante. Contacto y...nada. El coche no arrancaba.
-Normal, aún está frio el coche, lo raro habría sido que me arrancara a la primera- Sonrió y seguió intentandolo un par de veces más hasta que por fin a la 7ª vez lo consiguió.
-Muchas veces me han parecido, pero bueno, por lo menos ha arrancado- De nuevo aquél rugido surgió de sus entrañas, y esta vez si que se extrañó algo, ya que hambre no tenía, aún así, no tenía tiempo que perder, ya llegaba demasiado tarde a trabajar, eran las 09.57, le esperaban 25 minutos de trayecto sin tráfico. Toda una odisea.
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