Y allí se encontraba él, sentado en aquel tren que le dirigia a su destino, a lo que el anhelaba.
Miraba por la ventanilla, junto a su mochila, y dentro, dos espadas, la suya, la cual recordaba que era una espada de exhibición, sin filo, con dibujos, pero que a base de cortar a otros, impetu y voluntad habia afilado, hasta convertirla en algo mas que una simple arma de exhibición, en un arma para destruir, no solo fisicamente, si no mentalmente.
La otra, una que habia comprado en una tienda cualquiera, pero esta si era de verdad, con su filo, el cual resonaba al cortar el aire, no queria dar desventaja a nadie, ni estar en ventaja, siempre pensó que luchar de igual a igual, era lo más noble y lo más lógico, después de todo, él era un caballero, de los pocos que ya quedaban, y por eso, actuaba de este modo, creía que las pistolas eran de cobardes, y no se disfrutaba de una buena disputa, por que era fria y rápida, y no se necesitaba sudar, cosa que consideraba muy importante.
Poco recordaba ya de su vida anterior, de antes de decidir ir por el camino de la venganza, tenia vagos recuerdos de ciertas cosas, aún recordaba a su padre y su madre, sus hermanas, a su mejor amigo, el cual no aprobó su decisión, pero que nunca le dijo que no lo hiciera, en parte eso le ayudó a tomar la decisión. Y la más importante, su mejor amiga, que llorando, le pidió que no lo hiciera, que ese no era el camino de arreglar las cosas, ni de tomar una decisión, pero aun asi, desoyó a todos, y salió por aquella puerta y no regresó. Le dolió en el alma, pero era su camino, y era una cosa de esas que habia aprendido.
Mientras viajaba al destino acordado, recordaba como se entrenaba para afrontar su afrenta. Como cuando salió de la casa, juró no volver atrás hasta llevar a cabo aquello que según el estaba destinado a hacer. Recordó como caminaba por la calle, y buscaba cualquier bronca para poder desenfundar su espada, le daba igual, que el otro no tuviera espada, él queria cortar, cercenar, arrancar miembros de sus cuerpos y ver como la sangre corría.
Tras cortarle los dedos a algunos que osaron replicarle, recordó que aquello era muy poco y que decidió pasar a algo más duro, algo que de verdad le supusiera un reto, fisica y mentalmente, enfrentarse a algo que de verdad pudiera hacerle daño de verdad, herirle de muerte, o incluso matarlo, solo así, si salia vivo de aquellas situaciones, estaría preparado para lo que le venía por delante.
Es cuando, pues, decidió hacer una locura, se fué al barrio más peligroso de la capital, solo y de noche, un barrio en el que la droga y las armas de fuego estaban a la orden del dia, y estaba fuera de la ley completamente. Si salia vivo de allí, ya tardara un dia, una semana o un mes, estaria preparado. No sabia lo que se encontraria, pero el corazón casi se le salia del pecho al pensarlo. Estaba emocionado y asustado, excitado y nervioso.
Rememoró que bajó del bus, en aquella estación medio destruida, con agujeros de bala por todos lados, y poca gente, todos vagabundos, sentados, allí, medio muertos, esperando su propia muerte a manos de otros, de una pistola, o de una espada.
Preguntó que dónde era allí donde se pasaba la droga, que dónde estaban los más poderosos camellos de aquel barrio, que tenia unas cosas que hablar con ellos, temas de negocios, sonrió.
Tras unos dias en los que decidió montar bulla en aquel barrio, para ver si venian a por él, y nadie se atrevia, él decidió ponerse manos a la obra.
Aquella misma noche y tras fijarse en un mindundis de poca monta, que le pasaba un pico a un yonki en un callejón, salió corriendo, e intentó provocarle con insultos, para ver si atacaba, pero el mindundis pasó, asi que hizo algo un poco mas agresivo, tras un movimiento rápido de desenfunde de la espada, le cortó un brazo, y tras aquél corte en el que la sangre brotó y el brazo salió despedido a 3 metros, y mientras el tipo gritaba y lloraba de dolor, le agarró por el cuello y le sugirió que se lo dijera a su jefe, que si queria vengarle, le esperaba en aquella plaza tan recogida, al dia siguente, y que trajera a todo el mundo que quisiera, asi como todas las armas que gustase.
Pensó en aquel siguiente dia, en el que supuso su mayor hazaña hasta el momento, recordó como ya eran las 10 de la noche, la hora acordada, la noche anterior no habia dormido casi nada, por la simple excitación, pero ya se encontraba allí, de pie, sujetando la espada con una mano, con el dedo apunto de desenfundarla, tras unos intensos minutos de espera, alli se plantaron 8 coches, lujosos todos ellos, como de mafiosos de la droga, era normal, era lo que esperaba.
Era el momento, casi 50 personas rodeandole, con navajas, barras de hierro, pistolas, bates de béisbol e incluso una lanzadora de bolas de la policia, eso último le extrañó, pero le dió más motivos para sentirse como se sentia.
Se acercaban, no sabía en que momento desenfundar, solo esperaba a un paso, uno que diera un paso para desenfundar y empezar la lucha, el baile sombrío de la espada como él lo definia, algo que le encantaba.
Uno de ellos y tras un ¡vamos! nada contemplativo se lanzó, y todos los demás le siguieron, una sonrisilla de satisfacción, salió de su boca y desenfundó, con la mayor rabia del mundo.
Al que primero se lanzó y tras agacharse para esquivar su bate, le cortó una pierna, cayendo sobre ella y gritando, se levantó y al siguiente le partió un brazo, unos cuantos más atacaron juntos, de un solo golpe, les hizo una raja a todos a la vez, recta, a lo largo de sus pechos, casi partiendo sus esternones, con la consecuente ebullición de la sangre, ya nada le podia parar, recordó.
No queria hacer dos movimientos iguales, si hacia eso, seria completamente predecible, y perderia la ventaja que siempre le habia caracterizado. Tras partir una pierna y casi sacarle la tibia del golpe, fue a por tres a la vez, con pistolas, ellos dispararon a darle, pero tras fallar todos los tiros o eso creia, llego a estar a la altura de sus caras prácticamente, encontróse alli, y decidió subir su limite, tras un salto, blandió la espada con las dos manos y hacer un corte vertical al primer tipo, tras realizarlo, se partió en dos literalmente, dándole muerte instantánea, nunca se habia planteado eso, pero ya no habia paso atrás posible, a los otros dos simplemente les cortó la mano, la de la pistola, asi aprenderían.
Tras cercenar miembros por doquiera, se acordaba en que se fijó en que solo quedaba uno en pie, alli estaba, mirandole, con una espada en la mano, cosa que le excitó notablemente, por fin, una espada, limpió la sangre de un movimiento de batida, y corrió hacia aquel tipo con la presteza del viento, e intento hacerle un corte frontal rápido, pero el tipo lo rechazó, era buena señal, siguió con movimientos altos y verticales, pero el tipo se defendió bastante bien. Era el turno de ese tio, salió lanzado hacia él, y con un movimiento de esquive se coló por debajo de su defensa y le hirió en brazo levemente, la sangre brotó de aquel corte, y esbozó una sonrisa, era hora de ponerse medianamente serio, asi acabaria antes, era el momento, se sentia completamente listo, incluso con un nivel tan bajo, habia alcanzado lo que queria exactamente.
Tras correr hacia el otro tipo, y sabiendo que habia bajado su propia defensa a propósito, para ver hasta donde podría llegar aquel hombre, y tras un salto muy alto por el aire, y de una patada, arrancó casi la espada de la mano del otro, que ahora solo la blandía con una, por que la otra estaba destrozada, carpos, metacarpos y falanges, hechos una masa indescifrable de músculos, nervios, y huesos rotos. Decidió acabar con aquello, y con un movimiento de espaldas, rajó transversalmente la espalda del tipo, y ahí cayó, sin medir palabra, se sintió satisfecho, limpió la espada y la enfundó.
Hizo recuento, y estaban todos vivos menos dos, lo que él habia planeado, los demás podrian seguir viviendo, mal, pero podrían seguir, pero dentro de lo que cabe se lo habían ganado, por llevar aquella vida, ni más ni menos.
Tras recordar todo esto, se despejó, ya quedaba poco para su destino, habia pasado las 3 últimas horas pensando todo aquello. Se levantó y esperó a que llegara la parada deseada.
Se bajó del tren, y miró a su alrededor, debía orientarse, sabía perfectamente donde iba, pero necesitaba esos segundos. Tras recordar la ruta que se habia memorizado, alzó la mochila a su espalda, y su espada a su derecha, atada como siempre le gustó.
Caminó hasta donde sabía que estarían, él los buscaba a ellos, pero ellos no sabían nada, tal vez ese fuera el factor sorpresa que tanto le gustaba en ese caso.
Avanzó por una calle llena de gente, que le miraba raro, pero a él ya le daba igual, iba a lo suyo, a por lo suyo, lo que anhelaba, el corte supremo que le liberaría, no recordaba muy bien de que espanto, daño o dolor, pero estaba escrito a fuego en su alma y su cabeza y debia cumplirlo, le habia atormentado durante demasiado tiempo y debia acabarlo.
Allí llegó, a aquel parque, donde estaban todos los que deseaba que lo vieran, el fin de su tormento, el corte que deseaba, era como de improviso, la gente llego hasta a recibirle bien, absolutamente todos, pero él no los recordaba, a nadie, solo esa cara, que aparecia en sus tormentosos sueños, y la que se encontraba al lado, que vagamento recordó algo que le hirió, y que en conjunto habian destrozado su vida y sus sueños, dos personas que habian machacado su existencia y reido de él. Ahora recordaba el motivo de su venganza, el cobrarse precio por aquello que habia sufrido por aquellas dos personas, él, el tio que, a base de mentiras, soberbia y chulería, se habia llevado, de forma engañosa lo que deseaba, y ella, la mujer en la que una vez confió, y que acabo riéndose de él por la influencia del otro, y mandándolo a la mierda, despreciandolo como a un perro, e ignorándolo cual basura.
Estaba plantado frente a ellos dos, los demás le saludaron, pero con un movimiento de los dos brazos los apartó, tiró la mochila, y sacó la otra espada, se la tiró, y pareció comprender lo que allí se iba a cocer. Todo el mundo se retiró al verlos. No hacían falta palabras. No era un duelo simple, podría traer la muerte, pero ya no importaba, era hombre contra hombre, espada contra espada. Ni pensó que el otro supiera manejarla, le daba igual, quería algo medianamente justo, las mismas circunstacias, mismas armas, la preparación era la única barrera entre los dos, o eso pensaba.
Le lanzó la espada y la cogió, la desenfundó, y con las manos temblorosas como una mujer, adoptó una posición defensiva.
Él cogió la espada con una mano y abrió los brazos, y tras esto, le dijo que le dejaba el primer corte, el muchacho no sabia como reaccionar ante tal muestra de soberbia y poderío, pero sin pensarlo dos veces corrió hacia el, y le procuró un corte bastante grande desde el pectoral derecho hasta el último adbominal de la fila izquierda, entonces, empezó a sangrar, aquello le motivó profundamente, lo que le atormentaba, le podía hacer daño de verdad, ese muchacho tenia miedo, mucho, pero estaba decidido a defenderse.
Está bien, gritó, era el momento, estaba todo decidido, rapidamente, agarró la espada en posicíon puñal, y corrio hacia delante, y con un movimiento descendente intentar acabar con aquello, de un solo corte, en parte era un reto que tenia, era un juego, de un solo golpe, de un solo corte cobarse la venganza, destrozar su vida, como él hizo antes de forma fisica y mental.
Sopresivamente paró el golpe, medio agachado y temblando, casi con lagrimas en aquel rostro que despreciaba, pero la suerte estaba hechada y el destino fijado. Tras haber parado el golpe y la sorpresa suya y de todos los demas saltó hacia atrás, le miró y sonrió, muy bien, le dijo, pero dejemonos de juego, continuo hablando, no quiero hacerte esto más largo, tienes un largo tiempo de recuperación por delante le dijo, tanto tu como ella, terminó.
Tras estas breves palabras saltó hacia delante, nadie vio realmente lo que pasó, solo una sombra fugaz, que atravesó el parque en cuestión de decimas de segundo, tras esto, se situó detrás de su pesadilla, con la espada llena de sangre de nuevo, casi pegada a su pierna, con una profiriente sonrisa, de satisfacción. Nadie la vió, pero él la sentia en el alma.
En unos segundos en los que nadie sabia lo que pasaba, y de repente, se dió la vuelta, y la sangre le salpicó la cara, entera, manchada de la sangre que salia, de los brazos y las piernas de aquel hombre que yacia en el suelo, con las piernas seccionadas, un brazo partido en vertical, y el otro cortado por el codo.
Lloraba, gritaba y se desangraba.
Con aquella imagen, casi estaba contento, solo le quedaba una cosa por hacer, y aquello estaría completo del todo.
Se acercó a ella, y con el miedo en la cara, y casi sin querer mirarle, la agarró del mentón y la hizo mirarle, tras esbozar una sonrisa, se acercó y la besó, un beso de esos robados, que no se quieren dar, de los que duelen, un beso que duró un segundo, pero que a ella le supusieron los mas duros de su vida, por que lo aborreció.
Estaba completo, lo había hecho, estaba terminado. No había más que hacer allí. Limpió la sangre de su espada y la envainó, y sin más palabra que una carcajada, echó la espada a su espalda, y salió de alli.
Todo había terminado, lo demás le daba igual, ya podía morir feliz, tenía lo que quería. Era un hombre nuevo, que comenzaba de nuevo, una nueva vida, ahora desde cero. Ya no tenía mas sed de sangre ni de venganza. Aquel había sido su dia de veganza.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario