sábado, 21 de abril de 2012

Dia de Venganza 2: La Ira del Trueno y la Calma del Huracán

Habían pasado casi 4 meses desde aquel día, desde el dia que se liberó, que cumplió su venganza, y pudo por fin dormir tranquilo. Ya nada le atormentaba.
Vivía tranquilo una vida totalmente contemplativa, alejado de la gente y del mundanal ruido de las grandes ciudades, vivía en una casa, totalmente solo, en medio del monte.
Solo dedicaba un tiempo a cultivar su mente, con libros de filosofia, leyendo y reflexionando sobre estos. Otra parte de su tiempo, la dedicaba a entrenar su cuerpo, no quería oxidarse, entrenaba con su espada, a la cual nunca soltaba. El resto del tiempo lo dedicaba a meditar, con su misma espada en sus rodillas, quería ser como uno con ella, y le dedicaba la mayor parte de su tiempo. No tenía nada más que hacer.

Una tarde, se hallaba meditando, en medio del monte, subido a la colina más alta, con la espada en sus rodillas, con el Sol calentándole la cara, y una perfecta brisa, que solo le ayudaba a estar más en paz.

De repente y sin saber muy bien como, todo se nubló, como un mal presagio, no había Sol, y barruntaba tormenta, pequeñas gotas, empezaron a caer, cosa que interrumpió su profunda calma. Un escalofrio tremendo recorrió su espalda de abajo arriba, dejándolo confuso. Abrió los ojos y miró al cielo, con un movimiento pausado, quitó la espada de su regazo, y se levantó tranquilamente. Y con una calma pasmosa, fué a refugiarse a una cueva cercana.

-Mal augurio, esto no me gusta- Dijo con un semblante totalmente enrarecido.

Tras unos dias muy extraños en los que apenas podía dormir, y en los que no paro de llover y tronar, empezó a darle vueltas a las cosas. Se acordó de todo lo que había pasado hace meses. No le molestaba, de hecho le gustaba recordarlo, aquella sensación, pero no podía quitarselo de la cabeza. Sentía que algo se acercaba y no estaba preparado. Mentalmente no había perdido nada, era el mismo, pero aquella vida contemplativa, fisicamente no era el mismo, había bajado el ritmo de sus entrenamientos, sus músculos estaban un poco desentrenados.

Así que después de que escampara, aquel mismo día, en medio de la noche, salió a entrenarse, no tenía tiempo, sabía que se acercaba, y presentía casi con total claridad lo que era, y no le gustaba. Le había entrado el gusanillo, y entrenar le desfogaba hasta el momento en el que aquello llegara.

Su entrenamiento se intensificó tanto como cuando tuvo que ponerse en forma para llevar a cabo su venganza. La primera noche de entrenamiento, la misma en la que escampó, salió simplemente a correr, quería ponerse rapidamente a tono, así que recorrió simplemente unos 15km. Unos pocos sprints de 1km y lo demás carrera continua, nada antes, ahora le costaba un poco.

Los sucesivos días, entrenó con su espada, esperaba que le pesara un poco más hacer los movimientos, pero al parecer no, no estaba tan mal como se esperaba. Así que entrenó los movimientos que había adquirido en su primeros entrenamientos, pero esta vez, sin personas de por medio, solo cortaba árboles, de tres en tres, no necesitaba matar personas nunca más, ya había terminado aquello cuando llevó a cabo aquél acto.

Tras 4 días en los que recuperó la forma lo más rápido que pudo. Se dirigió a lo alto de la colina desde la que tenía mas visibilidad, y allí esperó a que llegara lo inevitable. Estaba claro como el agua.

Tras esperar un par de horas, allí de pie, sin apenas inmutarse, y con nubes amenazantes de tormenta, por allí sintió algo que le estremeció. Una figura se acercaba, parecía moverse raro, como mecánico, pero avanzaba imparable, tras unos metros más, consigió distinguirlo, lo había sabido todo el tiempo, nunca se había equivocado. Era la hora. No había vuelta atrás. Él no lo quería pero si debía ser así, lo sería, nunca lo negaría, ni le daría a nadie un no por respuesta a un duelo, y menos a ese en concreto.

Después de una intensa espera allí estaban de nuevo, frente a frente, había cambiado el aspecto de ambos, en esencia solo uno era el mismo, el otro había sido siempre asi. Cara a cara, espiritu roto contra espiritu forjado en sangre, venganza contra odio, ira y rencor. Dos hombres, solo uno, saldría vivo de allí. O quizás ninguno de los dos. Todo se vería tras unos instantes. Los segundos serían minutos, y los minutos horas, aquello sería totalmente épico, una batalla sin parangón, digna de dioses, y deseada ser vista por los mismos.

Sin mediar palabras, desenfundaron las espadas, pero no era el momento de batirse en duelo todavía, había muchas palabras que decir, pero sin estar relajado ni estar con la guardia baja, nunca se sabe.

Tras aquellos segundos las palabras surgieron de las bocas de los dos, nunca habían pronunciado sus nombres uno del otro, después del primer conflicto, de aquella chispa que detonó todo el conflicto, pero ya era hora de que hablaran con nombres, como hombres.

-Veo que te has recuperado bien, has tardado muy poco en ello, en solo 4 meses, te has recuperado del todo, sin las dos piernas, medio brazo de menos, y el que te quedaba, partido por la mitad, y mirate, aquí estas frente a mi, con el valor suficiente para volver, eso te honra, y me hace feliz, por que has luchado por llegar hasta donde estas ahora. Me siento feliz, y aunque ahora ya no necesite venganza, por que ya cumplí la mía, estoy decidido a enfrentarme a ti por la tuya, por que es lo que buscas, lo has querido, y lo has encontrado, enhorabuena Blake.- Dijo firmemente.

-¡Cállate Naxtar! No sabes nada...- Replicó con fuerza y vehemencia. -Esto no ha sido fácil, pero lo he conseguido, yo era feliz, con lo que había hecho, hasta que llegaste tu aquella fatidica tarde, y me lo quitaste todo, absolutamente, desde aquellos cortes que me diste, cuando me llevaron al hospital, me dijeron que no podrían volver a implantarme las piernes ni el brazo, y tendrían que ponerme piernas y brazos de muertos, no sabes realmente como me siento, y suerte del otro brazo que si que pudieron salvar. Me siento muerto y quiero morir, pero no sin antes llevarte a ti por delante, que lo sepas. Ahora mismo no tengo nada, ella se fue a la semana de estar ingresado, me dijo que no podía con eso, mi familia me dió por muerto, al igual que mis demás amigos, estoy solo, no tengo nada que perder, y voy a matarte.He entrenado noche y día desde entonces, y estoy mas preparado que nunca.-

-Intentalo si puedes...-Replicó Naxtar -Te cedo el primer corte, como la otra vez, aunque seas tu esta vez el que buscas redimirte, soy un cabellero, y siempre dejo empezar primero a los demás, así me siento mejor, es una costumbre que tengo...-

Tras unos instantes en los que empezó a solpar el viento, de repente, se nubló. Hacía un viento intenso, de tormenta, de huracán, y tronaba, había relámpagos, que cruzaban todo el cielo, de lado a lado. En un instante se hizo de noche, la noche más absoluta, provocada por aquella tormenta horrible.

De repente, un rayo cayó entre los dos, y tras el resplandor provocado por este Blake había desaparecido de delante de los ojos de Naxtar, sin dejar rastro, no podía sentir la presencia, ni donde habia ido.

En menos de una milésima de segundo, Blake se encontraba detrás de Naxtar, con la espada en horizontal, con el brazo extendido, y ésta, llena de sangre. Le había hecho el primer corte en muchos años, y mucho más deprisa de lo que jamás se hubiera imaginado. Le había sorprendido hasta a él, que no le hubiera visto, de la velocidad que había desarrollado. Le gustaba, le suponía un reto. La sangre, su propia sangre, aún mas, le motivaba, algo más rápido y posiblemente más fuerte. Estaba excitado, cachondo, ansioso.

¡Ahora empieza lo bueno jajajajajaj! -Gritó Naxtar- Nos vamos a divertir mucho, esto me hace sentirme vivo, el ayudarte a intentar cobrarte tu venganza, pero no te lo pondre fácil, que lo sepas.

Tras girarse para no darle más tiempo la espalda, la lucha parecía empezar de nuevo. No desde cero, y mucho menos por la ventaja de un corte. Pero si desde un punto más equilibrado, ya que Naxtar no tendría que contenerse más, debido a ese corte de cortesía.

Vamos allá, se acabó el remoloneo, voy a acabar con esto rápidamente, como lo hiciste tu conmigo la primera vez, se que no es fácil, pero si tu lo hiciste yo también puedo, me he preparado mucho, y ya has visto que te llevo mucha ventaja, he visto tu cara de sorpresa cuando te he cortado. No me has visto, ni has podido presentirme ni a mi corte, hasta que he estado detrás de ti prácticamente. -Se jactó Blake-

Un rayo más cayó entre ellos, cuando la luz de este se desvaneció, allí estaban los dos, uno enfrente del otro, con las espadas cruzadas a la altura de sus caras, las chispas saltaban de ambas espadas, Blake, con una cara de rabia total, empujando cada vez más y más fuerte, haciendo fuerza por ganar esa batalla, Naxtar con una sonrisa en la cara, pasandoselo bien, divirtiendose, sintiendose vivo, aunque no fuera una lucha deseada, lo pasaba bien, no tenía nada que perder, y eso le hacía sentirse bien, vivo.

Después de un salto atrás que los alejó unos metros, volvieron a la carga, con las espadas arriba, moviendose a la velocidad del viento y del rayo, golpeándose con las espadas, haciendo saltar chispas, pequeños cortes, cortándo los árboles cual mantequilla derretida, mojándose con la lluvia y mirándose...

¡Naxtar, ahora es cuando yo cojo ventaja y acabo contigo! -Dijo Blake con aires de superioridad-

Instantes después de decir esto, Blake, se lanzó contra él, a la velocidad del rayo, Naxtar le perdió de vista, y tras parpadear, se le encontró a 20 cm de él, con la espada lista para cortarle, tras un movimiento rápido por parte de Blake, de abajo a arriba, le alcanzó, cortándole el brazo, pero son seccionarlo, un corte profundo, que le hacia sangrar de manera abundante.

Segundos más tarde estaba de nuevo detrás de él, y con un movimiento rápido de piernas, se volvió a girar, y con la espada preparada, volvió a cortarle, esta vez en la espalda, un nuevo corte profundo, pero que no le impediría seguir luchando. Y un instante después casi con el mismo movimiento, le cortó en el gemelo, dejando su pierna casi inutilizada.

Después de esto Blake se situó en frente de Naxtar, con una cara de rabiosa felicidad, pero rabia al fin y al cabo. Llevaba la espada empapada en sangre de este. Naxtar aún de pie. Sangrando por todos los sitios en los que había recibido un corte. Pero aún de pie, estoico, frio, y ahora sin una sonrisa, con cara de preocupación.

Una vez más que haga esto, y estarás acabado -Dijo Blake- No me hace falta nada más, todo estará bien y podré marcharme.

Lo sé, inténtalo -Replicó Naxtar-

Tras estas palabras, Naxtar pensó para si mismo, en que si le cortaba como antes estaría acabado, no tenía nada que perder, pero no quería morir, solo tenía una oportunidad, le tendría que matar o acabaría muerto, un pensamiento pesimista, y que no quería meter en su cabeza de nuevo, pero era él o la muerte. Pensó en como lo haría, y lo tenía claro, como lo haría Blake, y exactamente lo que haría él. Necesitaba calma, mucha calma y concentración. Era el golpe definitivo.

Naxtar inspiró profundamente, y cerró los ojos. Ante la extrañada mirada del Blake, que sonrió felizmente ante la idea de que Naxtar se rindiera, y pudiera acabar con él y llevar a cabo su propia venganza.

Allá voy Naxtar, prepárate para morir -Dijo Blake- Eso de que hayas cerrado los ojos, denota que te rindes, y voy a aprovecharlo para matarte, no pienso tener contemplaciones. Es mi momento.

Y allí se lanzó Blake, a matar a Naxtar.

Naxtar dejó que le hiciera el primer corte, justo por detrás suyo, a la altura de los hombros, pero estaba concentrado, no le dolía, aunque si lo sentía, el segundo llegó lateralmente, en el brazo que no llevaba la espada, dejandolo aún peor de lo que estaba, pero aun podía moverlo bien, lo suficiente, y en el tercero Blake se situó justo enfrente suya.

En ese momento, Blake lanzó su espada contra Naxtar, con un movimiento horizontal, y de izquierda a derecha, como él se esperaba. Justo para cortale el pecho, alcanzándole el corazón. Supo que era el momento, Naxtar extendió su mano hacia delante, y con un movimiento tranquilo y firme, agarró el filo de la espada, poniendo toda sus energias, en pararla. Y lo consiguió.  Entre sus dedos se hallaba parada, la espada de Blake, aunque su mano sangraba, y mucho.

Después de un movimiento rápido y con la espada de Blake aún entre sus dedos y con la mano contraria y por debajo de la espada retenida, profirió un corte tan profundo como un abismo, que le atravesó de atrás a delante.

Blake, con un semblante de sorpresa y de dolor, se retiró de Naxtar, se miraba sangrar a si mismo, sangraba por el pecho, y le rezumaba por la espalda, le había cortado, tanto, que le habia seccionado por la mitad, ahora si, estaba muerto, Blake, estaba muerto.

Y antes de poder decir ni una palabra, cayó desplomado al suelo, soltando la espada, y cerrando los ojos, con gesto de ira incontenida.

Hasta allí se acerco Naxtar, le miró, con semblante, tranquilo, aún estaba vivo, había matado a una persona, sin necesitar venganza, no se sentía mal, pero algo le había tocado por dentro. No querría volver a ahcerlo nunca más, era el sino.

Eras o tu, o yo -Dijo Naxtar tranquilamente- Y he sido yo, te sonará frio, pero no quiero morir, no necesitaba venganza, y no tengo nada que perder, pero la vida, y perderla, no estaba en mis planes. Lo siento, de veras. No nos volveremos a encontrar más, pero se que lo has intentado y has llegado lejos. Me ha divertido mucho luchar contigo. Te felicito. Ahora me marcho. No tengo que hacer más aqui. Rest in Peace.

Tras santiguarse, se alejó de alli, llevandose la satisfacción de haber ganado, no era su venganza, no era su juego, no tenía nada que perder, pero tenía más aprecio a su vida, que antes, que no le importaba morir, ahora no, no tenía motivos reales, pero después de esto, se proponía encontrarlos.

Había matado a otro hombre depués de prometer no hacerlo más, pero era por un motivo superior. Vivir. Y se había dado cuenta de ello a tiempo.

FIN

lunes, 9 de abril de 2012

Dia de Venganza

Y allí se encontraba él, sentado en aquel tren que le dirigia a su destino, a lo que el anhelaba.

Miraba por la ventanilla, junto a su mochila, y dentro, dos espadas, la suya, la cual recordaba que era una espada de exhibición, sin filo, con dibujos, pero que a base de cortar a otros, impetu y voluntad habia afilado, hasta convertirla en algo mas que una simple arma de exhibición, en un arma para destruir, no solo fisicamente, si no mentalmente.

La otra, una que habia comprado en una tienda cualquiera, pero esta si era de verdad, con su filo, el cual resonaba al cortar el aire, no queria dar desventaja a nadie, ni estar en ventaja, siempre pensó que luchar de igual a igual, era lo más noble y lo más lógico, después de todo, él era un caballero, de los pocos que ya quedaban, y por eso, actuaba de este modo, creía que las pistolas eran de cobardes, y no se disfrutaba de una buena disputa, por que era fria y rápida, y no se necesitaba sudar, cosa que consideraba muy importante.

Poco recordaba ya de su vida anterior, de antes de decidir ir por el camino de la venganza, tenia vagos recuerdos de ciertas cosas, aún recordaba a su padre y su madre, sus hermanas, a su mejor amigo, el cual no aprobó su decisión, pero que nunca le dijo que no lo hiciera, en parte eso le ayudó a tomar la decisión. Y la más importante, su mejor amiga, que llorando, le pidió que no lo hiciera, que ese no era el camino de arreglar las cosas, ni de tomar una decisión, pero aun asi, desoyó a todos, y salió por aquella puerta y no regresó. Le dolió en el alma, pero era su camino, y era una cosa de esas que habia aprendido.

Mientras viajaba al destino acordado, recordaba como se entrenaba para afrontar su afrenta. Como cuando salió de la casa, juró no volver atrás hasta llevar a cabo aquello que según el estaba destinado a hacer. Recordó como caminaba por la calle, y buscaba cualquier bronca para poder desenfundar su espada, le daba igual, que el otro no tuviera espada, él queria cortar, cercenar, arrancar miembros de sus cuerpos y ver como la sangre corría.

Tras cortarle los dedos a algunos que osaron replicarle, recordó que aquello era muy poco y que decidió pasar a algo más duro, algo que de verdad le supusiera un reto, fisica y mentalmente, enfrentarse a algo que de verdad pudiera hacerle daño de verdad, herirle de muerte, o incluso matarlo, solo así, si salia vivo de aquellas situaciones, estaría preparado para lo que le venía por delante.

Es cuando, pues, decidió hacer una locura, se fué al barrio más peligroso de la capital, solo y de noche, un barrio en el que la droga y las armas de fuego estaban a la orden del dia, y estaba fuera de la ley completamente. Si salia vivo de allí, ya tardara un dia, una semana o un mes, estaria preparado. No sabia lo que se encontraria, pero el corazón casi se le salia del pecho al pensarlo. Estaba emocionado y asustado, excitado y nervioso.

Rememoró que bajó del bus, en aquella estación medio destruida, con agujeros de bala por todos lados, y poca gente, todos vagabundos, sentados, allí, medio muertos, esperando su propia muerte a manos de otros, de una pistola, o de una espada.

Preguntó que dónde era allí donde se pasaba la droga, que dónde estaban los más poderosos camellos de aquel barrio, que tenia unas cosas que hablar con ellos, temas de negocios, sonrió.

Tras unos dias en los que decidió montar bulla en aquel barrio, para ver si venian a por él, y nadie se atrevia, él decidió ponerse manos a la obra.

Aquella misma noche y tras fijarse en un mindundis de poca monta, que le pasaba un pico a un yonki en un callejón, salió corriendo, e intentó provocarle con insultos, para ver si atacaba, pero el mindundis pasó, asi que hizo algo un poco mas agresivo, tras un movimiento rápido de desenfunde de la espada, le cortó un brazo, y tras aquél corte en el que la sangre brotó y el brazo salió despedido a 3 metros, y mientras el tipo gritaba y lloraba de dolor, le agarró por el cuello y le sugirió que se lo dijera a su jefe, que si queria vengarle, le esperaba en aquella plaza tan recogida, al dia siguente, y que trajera a todo el mundo que quisiera, asi como todas las armas que gustase.

Pensó en aquel siguiente dia, en el que supuso su mayor hazaña hasta el momento, recordó como ya eran las 10 de la noche, la hora acordada, la noche anterior no habia dormido casi nada, por la simple excitación, pero ya se encontraba allí, de pie, sujetando la espada con una mano, con el dedo apunto de desenfundarla, tras unos intensos minutos de espera, alli se plantaron 8 coches, lujosos todos ellos, como de mafiosos de la droga, era normal, era lo que esperaba.

Era el momento, casi 50 personas rodeandole, con navajas, barras de hierro, pistolas, bates de béisbol e incluso una lanzadora de bolas de la policia, eso último le extrañó, pero le dió más motivos para sentirse como se sentia.

Se acercaban, no sabía en que momento desenfundar, solo esperaba a un paso, uno que diera un paso para desenfundar y empezar la lucha, el baile sombrío de la espada como él lo definia, algo que le encantaba.

Uno de ellos y tras un ¡vamos! nada contemplativo se lanzó, y todos los demás le siguieron, una sonrisilla de satisfacción, salió de su boca y desenfundó, con la mayor rabia del mundo.

Al que primero se lanzó y tras agacharse para esquivar su bate, le cortó una pierna, cayendo sobre ella y gritando, se levantó y al siguiente le partió un brazo, unos cuantos más atacaron juntos, de un solo golpe, les hizo una raja a todos a la vez, recta, a lo largo de sus pechos, casi partiendo sus esternones, con la consecuente ebullición de la sangre, ya nada le podia parar, recordó.

No queria hacer dos movimientos iguales, si hacia eso, seria completamente predecible, y perderia la ventaja que siempre le habia caracterizado. Tras partir una pierna y casi sacarle la tibia del golpe, fue a por tres a la vez, con pistolas, ellos dispararon a darle, pero tras fallar todos los tiros o eso creia, llego a estar a la altura de sus caras prácticamente, encontróse alli, y decidió subir su limite, tras un salto, blandió la espada con las dos manos y hacer un corte vertical al primer tipo, tras realizarlo, se partió en dos literalmente, dándole muerte instantánea, nunca se habia planteado eso, pero ya no habia paso atrás posible, a los otros dos simplemente les cortó la mano, la de la pistola, asi aprenderían.

Tras cercenar miembros por doquiera, se acordaba en que se fijó en que solo quedaba uno en pie, alli estaba, mirandole, con una espada en la mano, cosa que le excitó notablemente, por fin, una espada, limpió la sangre de un movimiento de batida, y corrió hacia aquel tipo con la presteza del viento, e intento hacerle un corte frontal rápido, pero el tipo lo rechazó, era buena señal, siguió con movimientos altos y verticales, pero el tipo se defendió bastante bien. Era el turno de ese tio, salió lanzado hacia él, y con un movimiento de esquive se coló por debajo de su defensa y le hirió en brazo levemente, la sangre brotó de aquel corte, y esbozó una sonrisa, era hora de ponerse medianamente serio, asi acabaria antes, era el momento, se sentia completamente listo, incluso con un nivel tan bajo, habia alcanzado lo que queria exactamente.

Tras correr hacia el otro tipo, y sabiendo que habia bajado su propia defensa a propósito, para ver hasta donde podría llegar aquel hombre, y tras un salto muy alto por el aire, y de una patada, arrancó casi la espada de la mano del otro, que ahora solo la blandía con una, por que la otra estaba destrozada, carpos, metacarpos y falanges, hechos una masa indescifrable de músculos, nervios, y huesos rotos. Decidió acabar con aquello, y con un movimiento de espaldas, rajó transversalmente la espalda del tipo, y ahí cayó, sin medir palabra, se sintió satisfecho, limpió la espada y la enfundó.

Hizo recuento, y estaban todos vivos menos dos, lo que él habia planeado, los demás podrian seguir viviendo, mal, pero podrían seguir, pero dentro de lo que cabe se lo habían ganado, por llevar aquella vida, ni más ni menos.

Tras recordar todo esto, se despejó, ya quedaba poco para su destino, habia pasado las 3 últimas horas pensando todo aquello. Se levantó y esperó a que llegara la parada deseada.

Se bajó del tren, y miró a su alrededor, debía orientarse, sabía perfectamente donde iba, pero necesitaba esos segundos. Tras recordar la ruta que se habia memorizado, alzó la mochila a su espalda, y su espada a su derecha, atada como siempre le gustó.

Caminó hasta donde sabía que estarían, él los buscaba a ellos, pero ellos no sabían nada, tal vez ese fuera el factor sorpresa que tanto le gustaba en ese caso.

Avanzó por una calle llena de gente, que le miraba raro, pero a él ya le daba igual, iba a lo suyo, a por lo suyo, lo que anhelaba, el corte supremo que le liberaría, no recordaba muy bien de que espanto, daño o dolor, pero estaba escrito a fuego en su alma y su cabeza y debia cumplirlo, le habia atormentado durante demasiado tiempo y debia acabarlo.

Allí llegó, a aquel parque, donde estaban todos los que deseaba que lo vieran, el fin de su tormento, el corte que deseaba, era como de improviso, la gente llego hasta a recibirle bien, absolutamente todos, pero él no los recordaba, a nadie, solo esa cara, que aparecia en sus tormentosos sueños, y la que se encontraba al lado, que vagamento recordó algo que le hirió, y que en conjunto habian destrozado su vida y sus sueños, dos personas que habian machacado su existencia y reido de él. Ahora recordaba el motivo de su venganza, el cobrarse precio por aquello que habia sufrido por aquellas dos personas, él, el tio que, a base de mentiras, soberbia y chulería, se habia llevado, de forma engañosa lo que deseaba, y ella, la mujer en la que una vez confió, y que acabo riéndose de él por la influencia del otro, y mandándolo a la mierda, despreciandolo como a un perro, e ignorándolo cual basura.

Estaba plantado frente a ellos dos, los demás le saludaron, pero con un movimiento de los dos brazos los apartó, tiró la mochila, y sacó la otra espada, se la tiró, y pareció comprender lo que allí se iba a cocer. Todo el mundo se retiró al verlos. No hacían falta palabras. No era un duelo simple, podría traer la muerte, pero ya no importaba, era hombre contra hombre, espada contra espada. Ni pensó que el otro supiera manejarla, le daba igual, quería algo medianamente justo, las mismas circunstacias, mismas armas, la preparación era la única barrera entre los dos, o eso pensaba.

Le lanzó la espada y la cogió, la desenfundó, y con las manos temblorosas como una mujer, adoptó una posición defensiva.

Él cogió la espada con una mano y abrió los brazos, y tras esto, le dijo que le dejaba el primer corte, el muchacho no sabia como reaccionar ante tal muestra de soberbia y poderío, pero sin pensarlo dos veces corrió hacia el, y le procuró un corte bastante grande desde el pectoral derecho hasta el último adbominal de la fila izquierda, entonces, empezó a sangrar, aquello le motivó profundamente, lo que le atormentaba, le podía hacer daño de verdad, ese muchacho tenia miedo, mucho, pero estaba decidido a defenderse.

Está bien, gritó, era el momento, estaba todo decidido, rapidamente, agarró la espada en posicíon puñal, y corrio hacia delante, y con un movimiento descendente intentar acabar con aquello, de un solo corte, en parte era un reto que tenia, era un juego, de un solo golpe, de un solo corte cobarse la venganza, destrozar su vida, como él hizo antes de forma fisica y mental.

Sopresivamente paró el golpe, medio agachado y temblando, casi con lagrimas en aquel rostro que despreciaba, pero la suerte estaba hechada y el destino fijado. Tras haber parado el golpe y la sorpresa suya y de todos los demas saltó hacia atrás, le miró y sonrió, muy bien, le dijo, pero dejemonos de juego, continuo hablando, no quiero hacerte esto más largo, tienes un largo tiempo de recuperación por delante le dijo, tanto tu como ella, terminó.

Tras estas breves palabras saltó hacia delante, nadie vio realmente lo que pasó, solo una sombra fugaz, que atravesó el parque en cuestión de decimas de segundo, tras esto, se situó detrás de su pesadilla, con la espada llena de sangre de nuevo, casi pegada a su pierna, con una profiriente sonrisa, de satisfacción. Nadie la vió, pero él la sentia en el alma.

En unos segundos en los que nadie sabia lo que pasaba, y de repente, se dió la vuelta, y la sangre le salpicó la cara, entera, manchada de la sangre que salia, de los brazos y las piernas de aquel hombre que yacia en el suelo, con las piernas seccionadas, un brazo partido en vertical, y el otro cortado por el codo.

Lloraba, gritaba y se desangraba.

Con aquella imagen, casi estaba contento, solo le quedaba una cosa por hacer, y aquello estaría completo del todo.

Se acercó a ella, y con el miedo en la cara, y casi sin querer mirarle, la agarró del mentón y la hizo mirarle, tras esbozar una sonrisa, se acercó y la besó, un beso de esos robados, que no se quieren dar, de los que duelen, un beso que duró un segundo, pero que a ella le supusieron los mas duros de su vida, por que lo aborreció.

Estaba completo, lo había hecho, estaba terminado. No había más que hacer allí. Limpió la sangre de su espada y la envainó, y sin más palabra que una carcajada, echó la espada a su espalda, y salió de alli.

Todo había terminado, lo demás le daba igual, ya podía morir feliz, tenía lo que quería. Era un hombre nuevo, que comenzaba de nuevo, una nueva vida, ahora desde cero. Ya no tenía mas sed de sangre ni de venganza. Aquel había sido su dia de veganza.


FIN